lunes, 16 de marzo de 2009

Más guerras de Wikipedia

Me parece absolutamente ridícula la aversión a Wikipedia con respecto a los contenidos. ¿Existe alguien que tan ingenuamente pueda creer que un diccionario (cualquier diccionario) no sea político? ¿Qué sea inocente, “neutro”? ¿Qué detrás de cada definición no existe una visión del mundo que se intenta proteger e incluso más: imponer?

En tanto empresa cultural, producir diccionarios (también enciclopedias) es un acto político: discursos que intentan sobrepasar otros discursos. No es posible definición alguna (ni entrada) que no discuta, que no embista contra otras definiciones posibles.

En este sentido, no confío en ningún diccionario. Debo aclarar esto: amo a los diccionarios. A medio metro de mi escritorio de trabajo siempre me esperan los divinos tomos de mi adorado María Moliner. Es más, uno de mis grandes deseos sería tener en casa una versión completa (con todas sus actualizaciones) de esa obra magistral que es el Diccionario Enciclopédico de Espasa-Calpe.

Hasta hemos diseñado absurdas y apasionadas estrategias con viejos cómplices (Héctor Libertella, Jorge Di Paola, Alfredo Prior y ná Khar Elliff-cé) para cumplir nuestro sueño.

Desde los seis años devoro diccionarios y enciclopedias con el mismo entusiasmo con que me abalanzo en las narraciones de ficción. Una voz que me cuenta, que me arrulla. Nada nuevo, muchos lo hacen: Borges también lo hacía. Versiones con las que tantas veces no coincido. Como tampoco me veo obligado a estar de acuerdo con el punto de vista de un novelista. Un diccionario o una enciclopedia, tal como me gusta leerlos, no son nada distinto de alta literatura.

Wikipedia jamás reemplazará a los mejores diccionarios o enciclopedias en papel. Es otra cosa, más allá de lo que digan sus creadores.

Jamás se me pasó por la cabeza leer un diccionario emulando a un monje medieval hurgando en la Biblia. Nada de dogmas: una definición (cualquiera) es un paseo.

Son ideas, estímulos que puedo tomar, que me sirven para tratar de entender. Por eso me resulta tan necio creer que, en una plataforma abierta en la que cualquiera puede subir información (es más, podés hacerlo en este mismo instante y es muy sencillo) cualquier cosa que se suba sea por definición mala.

Admitámoslo: quienes desconfían de Wikipedia coinciden en argumentos similares a los de José Pablo Feimann cuando declaraba que “cualquier pelotudo tiene un blog”. Ya sabemos: cualquier necio puede comprar un cuaderno y llenarlo de imbecilidades. ¿Y eso denigraría al cuaderno como soporte? No deja de subsistir cierto aspecto curioso en este “populismo culto”.

Wikipedia es un ensayo de diccionario. Plural, lo cual deja como saldo que sus contenidos pueden ser muy desparejos, según la pericia de quien los produzca.

Lo mismo que sucede con las películas, las novelas, los formatos musicales. Atacar a Wikipedia por sus contenidos es tan obtuso como denigrar a la ópera como formato porque existen óperas insoportables.

Podemos discutir (y de hecho es bueno hacerlo) los criterios de “mantenimiento” de estos contenidos. Sebastián Wain me comentaba, hace unos meses, que en la Wikipedia en inglés no es raro que se den de baja entradas porque a ciertos “moderadores” les parezcan poco relevantes. No recuerdo ahora el ejemplo, pero sería como si hubieran dado de baja un artículo sobre Oliverio Girondo (en inglés) porque “no resulta imprescindible internacionalmente”.

Pero insisto ¿atacar los contenidos?

Durante el Virreinato, en las colonias españolas en América estaba prohibida la ficción. Es un ejemplo, porque la medida no incluía sólo a las colonias. Como sea, un ciudadano de aquellos años no podía leer el Quijote sin temor a ser amonestado. Un ensayo como Tumba de la ficción, de Christian Salmon multiplica modelos de lo que comento.

Es atendible la crítica de Umberto Eco, aunque ¿los millones de usuarios de esta Wiki no operan como el más efectivo control de contenidos?

No es mi intención defender a Wikipedia, sino más bien observar más de cerca por qué se la ataca. Con qué criterios. No es nada raro encontrarse en un blog alguien que dice “detesto Wikipedia” o bien peyorativamente “lo tuyo es una sabiduría de Wikipedia”, como si de antemano los contenidos fueran por definición de bajo valor. Yendo a un ejemplo distinto, en los ochentas conocí lectores que hablaban de “la vulgaridad de Anagrama”.

Entre ellos, algún luego ganador del famoso premio de novela.

Muchas entradas de Wikipedia me disparan infinidad de ideas. Me proporcionan pistas. Me sugieren rastros nada desdeñables.
Veamos esto. Tipeo “ensayo” y leo:

“El ensayo consiste en la defensa de un punto de vista personal y subjetivo sobre un tema (humanístico, filosófico, político, social, cultural, deportivo, etcétera) sin que sea necesario usar un aparato documental, de manera libre y asistemática y con voluntad de estilo. Se trata de un «mega acto de habla perlocutivo».”

«Mega acto de habla perlocutivo». Vaya síntesis.