lunes, 20 de julio de 2009

Psicópatas en software

Sobre los neópatas y la criminalidad anfibia

Pensemos en un Norman Bates o bien en Patrick Bateman, en todo lo que puede representar la distancia que nos lleva de Psycho a American Psycho. Demos un giro y proyectemos por un momento las psicopatías de ambos en la web.

Bates y Bateman (nombres donde las letras parecen tantear la identidad secreta de Bruce Wayne/Bruno Díaz, el encapotado de Ciudad Gótica) cumplían su destino del Doctor Jekyll y Mister Hyde en un mismo contexto, sólo separados por unas pocas décadas y la distancia en millas entre el Hotel Bates donde residía en primero y la sede de la firma de inversión Pierce & Pierce donde el segundo trabajaba como vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones.

Pero ¿y si ambos hubieran decidido que el mejor sitio para asesinar no era el mundo físico sino… un mundo virtual?

Hace unos años, cuando le comentaba a un amigo periodista y escritor, mis primeras incursiones por Second Life lo primero que me consultó fue “¿podés asesinar? Si todo sucede en un contexto de ficción ¿no es lo mejor llevar estas posibilidades al límite?

¿Para qué otra cosa nos sirve la ficción?


¿las conductas antisociales están penadas? La verdad es que lo único que me tienta de entrar a Second Life es poder convertirme en un archicriminal y comenzar masacrando a todos los que se me crucen”.

Hace un tiempo comenzó a circular por la red el término neópata. Carlos Cabezas López lo definió así:

“Para comenzar a hablar de la inserción criminal dentro de Internet, también hay que hacerlo del perfil primario de este inconveniente: el neópata. Básicamente, la neopatía es una forma de definir a aquellas personas que utilizan la red para expresar su agresividad, tensiones, trastornos neuróticos, trastornos psicóticos, esquizofrenias, delirios o cualquiera otra cuestión que pudiera ser proyectada a través de la red.”

¿Crímenes imaginarios, como los definió alguna vez desde el título de una de sus novelas Patricia Highsmith? No en todos los casos.

Porque muy diferente es experimentar con las psicopatías en el anonimato de la red (y pienso en los grupos de avatares asesinos en un metaverso, donde el componente de ficción puede ser casi total) a utilizar psicopáticamente internet con fines criminales.

Ya no estaríamos frente a crímenes imaginarios sino frente a crímenes anfibios.

“¿Y cuáles son sus actos habituales y medios disponibles? Todos los que vienen implícitamente ligados a Internet. Seleccionar víctimas para violaciones a través de redes sociales, lo que además les permite hacer un estudio previo de la víctima;

emplear esa enorme cadena de televisión global y al alcance de cualquiera que es YouTube para difundir “hazañas” tales como golpear a un inmigrante, humillar a un compañero de colegio o realizar actos vandálicos en el metro; optan por difamar u ofrecer sexo haciéndose pasar por terceras personas a través de portales de anuncios o foros; cometen delitos informáticos creyendo ser experimentados hackers; lanzan insultos y amenazas de muerte amparados en el pseudo-anonimato que ofrece la red. Así, hasta llegar a anunciar masacres en el mencionado YouTube, que ya ha sido testigo de varios casos de estas características.” (C.C.L.)

La mayor diferencia es ¿de qué forma aparece implicado el cuerpo físico? ¿cómo y por qué puede ser vulnerable? ¿Y de qué especie puede propagarse el daño psíquico?

Donna Haraway señaló las particularidades del devenir cyborg: la tecnología ya no es algo por fuera de nosotros, sino que modela y participa activamente de la definición de las conductas y la sociabilidad humana. Sin llegar al extremo de la distopía boteriana de Wall-E de Pixar, con una humanidad de obesos manipulados por máquinas, lo cierto es que cuando la tecnología falla no sólo altera nuestro humor sino que trastorna un sinfín de decisiones cotidianas.

Vivimos en una época de crímenes digitales.

Ya me referí al profuso abanico violentaiment. Claro que existe una diferencia abismal entre Cho Seung-Sui, Pekka Eric-Auvinen, Matti Juhani Saari y quien sólo fantasea y juega a ser un criminal en la web, pero ¿qué sucede cuando los límites y repartos entre ficción y no ficción se vuelven más erráticos?

"Más allá de la ficción, estadísticamente hablando, un uno por ciento de la población total padece psicopatía. Eso quiere decir que durante tu vida te has relacionado y te vas tener que relacionar con un par de ellos." (F. Plaza).