martes, 19 de mayo de 2009

Biopolítica mutante

El planeta sigue poblándose de bárbaros y mutantes (todos anfibios, claro está) pero ¿acaso no son ellos la expresión misma de las biopolíticas más extremas?

¿Nativos de dónde? ¿Es que toda la red está infectada?
Si la red de continúa en nuestros estados unplugged, la metástasis (¿virtual?) no es más que programación.
¿Qué formas determinan las psicotecnologías?

Cuando el dibujante Peter Steiner publicó (en 1993) la famosa viñeta en The New Yorker, esa en la cual un perro informa a otroEn Internet nadie sabe que sos un perro”, ya resultaba evidente que la coexistencia contextual físico/digital produciría efectos de gran distorsión anfibia.

Ya no un simulacro, sino otra narración, paralela, siempre interna.
Interna y conectada (linkeada).

Pasquinelli: “Las formas de la inteligencia colectiva son múltiples. algunas pueden devenir formas totalitarias de control, como la ideología militar-administrativa de los neocons de Bush o del imperio Microsoft. Otras todavía se encarnan en las burocracias socialdemócratas, en los aparatos de control policiales, en la matemática de los especuladores de bolsa, en la arquitectura de la ciudad (paseamos cada día entre concreciones de inteligencia colectiva). En las disutopías de 2001 Odisea en el espacio y Matrix, el cerebro de las máquinas evoluciona en autoconciencia hasta desembarazarse de los seres humanos. Las inteligencias colectivas “buenas”, sin embargo, producen redes internacionales de cooperación como las redes [network] del movimiento global, de los trabajadores precarios, de los desarrolladores de free software,

del mediactivismo, producen la cooperación de los saberes en las universidades, las licencias abiertas Creative Commons y hasta proyectos urbanísticos participativos, narraciones e imaginarios de liberación.”

¿Vemos en la conexión? ¿La conexión ve por nosotros?
¿Acaso no somos la conexión?


Si nos referimos a percepciones conducidas ¿la estética se determina como pura continuidad de la biopolítica o al revés?
Quizás la biopolítica (cuyos estudios están tan de moda), en tanto materia y objeto de análisis, nos sirva para movilizar de una vez por todas el creciente inmovilismo de la teoría estética.
¿O acaso la tecnoguerrilla no invade todos los lenguajes?

Pasquinelli: “Desde una perspectiva geopolítica, podríamos figurarnos en una de las paranoias de ciencia ficción de Philip Dick: el mundo está dominado por una sola Inteligencia, pero a su interior se asiste a la guerra entre dos Organizaciones de general intellect contrapuestas y entrelazadas.”
Virtual y real no son sino dos caras de la misma moneda.
Pero aún dos caras.

Paso por el Hobby Blog (GamersWeb) o Dadanoias y a simple vista no es fácil determinar dónde concluye lo virtual y lo que no lo es. Si el inconsciente hentai también es producto de un entramado de biopolíticas ¿no se impone asimismo como un interminable campo de batalla?
¿Los bárbaros se formatean en el hentai o es el hentai el que los formatea?
¿Acaso Philip K. Dick no es teoría ficcionalizada?
¿O bien ficción teórica?

Sigamos indagando. Si en los tempranos sesentas Warhol contribuyó al entendimiento de toda una generación sobre las posibilidades de “ser un expresionista abstracto una semana, un artista pop o un realista la siguiente” sin traicionar ningún principio (¿acaso Storefront of Doom, crónica-comic de Matt Groening que tanto festejó Greil Marcus, no exhibía ese mismo reciclado estratégico de una mente –entonces- peligrosa como la de Malcom McLaren?) hoy esa táctica-ideario es sólo una geografía política entre tantas.

No ya la guerra de los estilos (no son los estilos los que están en guerra) sino sus expresiones, una de las cuales, sin dudas, son las tribus urbanas.
Pero no solamente su fashion (su visibilidad), sino la “estética de su pensar” (pensar desde una estética internalizada).
Internalizada, es decir, en enlace.

¿Acaso el cognotariado no es un campo de batalla? ¿acaso las ideologías –virtuales o no- no se reconocen estéticamente?