sábado, 26 de septiembre de 2009

Porno pop

Veamos.
Son tres afirmaciones por demás contundentes: “1) La ópera es un excelente sustituto del Diazepam. Ya era hora de que alguien se decidiera a despertar al público. 2) Toda la cultura es pop. Si no es pop, no es cultura. Y por sobre todo

3) El porno es pop. La ópera es pop. La violencia es pop. Mezclemos.”
Tres contundentes statements que forman parte de un decálogo que se presenta más descriptivo que provocador.

Lo citado (un para nada involuntario silogismo) lo leemos en una nota publicada en la revista Ñ (ver acá) , firmada por David Barba y que originalmente fue publicada en La Vanguardia.
La referencia es clara: Dwight MacDonald. “Ya no hay highbrow, midcult y masscult”. Pero por sobre todo: porno y pop tienden a confundirse, en una época en que “si la cultura no es pop, no es cultura”.
En consecuencia, el público también es pop. Y pornográfico, el modo hegemónico de la mirada.

Así la política es porno (y por sobre todo la biopolítica –imperdibles esta entrada y ésta entrada de Ciudad Tecnicolor).

Sí, tal cual: pop y porno (dos caras de una misma moneda) no son ya objetos, manifestaciones culturales a observar (percibir). Sino que se imbrican en la condición misma de expectación (nuestra percepción es porno-pop).

El porno (pop) es un paradigma de mirada. Una epistemología (una ¿pornosofía?). La condición dominante.

La estética (o lo que se entienda todavía con este nombre) invariablemente retrasa. No es patrón de nada: el porno la devoró por completo. Así “Un ballo in maschera” de Verdi es porno (y pop) en la versión del coreógrafo Johann Kresnika. Deberíamos redefinir lo obsceno: hace rato que no señala lo mismo.
¿Fue Baudrillard un profeta o un estadista?

Cuando Philippe Petit le subrayó la tesis de Gombrowicz (coincidente con la de Dubuffet) “lo cultural corrompe los instintos”, Baudrillard le contestó: “lo cultural depende de una tecnología. No abarca sólo los museos y los ministerios, sino que es un aparato de percepción y una técnica mental”.
¿Qué sería de la tecnología sin los imaginarios que la definen?
Seamos claros: no existe tecnología por fuera de la cultura.
Y no existe cultura en la que los imaginarios no determinen las conductas.

Me levanto temprano y me desayuno con que la noticia más leída en la BBC digital –versión en castellano- es una crónica de la Lección Superior de ‘Patafísica en 4290 segundos que dicté en la biblioteca del Malba el pasado viernes 18 (11 de Absoluto de 137 ep según calendario patafísico).
Esto sucede a las nueve menos diez de la mañana, hora argentina.

Uno de los puntos más interesantes de la reseña de Valeria Perasso son sus links ejemplificativos, también de la BBC (es así, me gusta leer el site de la BBC ¡vaya exquisitez de la tautología!): uno titulado ¿Ventanilla, pasillo o cocodrilo?, que narra esa deliciosa experiencia de tener como compañero de vuelo a un joven cocodrilo; y otro bajo el nombre de “Con mochila pero sin ropa” y da noticia de las discusiones provocadas por el proyecto del director de campamento alemán Heinz Ludwing, confeso nudista, quien quiere establecer un recorrido de 18 km por las montañas de Harz exclusivamente dedicado a los amantes de las caminatas sin ropa.

Se trata de exactamente lo contrario a lo expuesto en el célebre relato de Hans Christian Andersen que tanto fascinó a Freud:

El traje del emperador”. Si en este último todos querían convencerse de estar viendo lo ausente, la base misma del porno-pop se determina en lo opuesto: todos estamos desnudos, por más vestidos que nos encontremos.
El nudismo, de este modo, no es más que otra fashion. La biología como indumentaria.

Sucede también que, mientras leo estas notas, estoy escuchando la banda L’autopsie a revelé que la mort etait due a l’autopsie, experiencia francesa de Anla Courtis con músicos galos. Pero esta vez ya no se trata de una tautología (o no sólo), sino de un Kundalini, un Ouroboros: lo mismo autodevorándose.

Baudrillard: "Pornografía de la imagen en tres o cuatro dimensiones, de la música en tres o cuatro o cuarenta y ocho pistas y aún más, siempre ajustándose a lo real, añadiendo lo real a lo real para lograr la ilusión perfecta (la de la semejanza, la del estereotipo realista), que mata toda ilusión en profundidad. Es el porno, que añade una dimensión a la imagen del sexo, en detrimento de la dimensión del deseo y descalificando toda ilusión seductora. El apogeo de esta desimaginación de la imagen, de estos esfuerzos inútiles para hacer que una imagen deje de serlo, es la imagen de síntesis, la imagen numérica, la realidad virtual."

¿El pop devora al porno en esa espiral interminable en la que el porno devora al pop?
La sinonimia seguramente está en proceso.