miércoles, 21 de abril de 2010

Sexy Shuffle

Ya sé, estamos hartos de ready-mades. Así y todo necesito darle una vuelta más a este sobresaturado y ya desleído concepto para acercarme un poco más a un gadget como el iPad, la nueva estrella de Apple.

Olvidémonos del “fuera de contexto” y acerquémonos a la reutilización. Ready made es ante todo reutilizar un objeto de otra forma. No me interesa tanto como perversión del coleccionismo (la posibilidad de hacer de un mercado de pulgas un museo de arte) sino esa habilitada condición de botellero sensible: el gesto de tomar algo y proporcionarle otra lectura. ¿Qué otra cosa es el found footage?

Mientras que la tecnología insiste en producir nuevas plataformas (la renovación del contexto sobre el contenido) el ready made nos empuja a proporcionarle otro valor (un nuevo sentido) a un objeto sin novedad. Este es su principio político. Otro modo de fabricar algo distinto.

Jarvis Cocker: “¿Lo mejor de la década? ¡Shuffle!” (Votación en la última Rolling Stone).

En este punto el ready made se acerca a la remake: vuelve sobre lo mismo pero lo empuja en otra dirección. No se trata de soñar con una nueva puerta, sino en sospechar que la misma puerta puede conducirnos a otra parte.
Es precisamente en este cruce donde la estética debería dejar de ser contemplativa (el dejo teórico de lo estético) para amplificar su función: transformar la perversión del valor en perversión de uso. La estética debería presentársenos como un GPS intervenido, contaminado: mostrarnos el camino por el cual nadie quiere llevarnos.

El libro electrónico, como el iPad, nos invitan a conectarnos con el mismo contenido de otro modo. Más ágil, más práctico (revisemos esta última palabra). El ready made y el found footage nos señalan que en la misma plataforma se encuentra camuflado un nuevo planeta.

Por ninguna otra razón lo que entendemos por ready made nos sirve muy poco. Porque no basta con trasladar un objeto cualquiera a otro ámbito (una sala de exposiciones). Se trata de pervertir su sentido obligándolo a producir otra narrativa.
Las relecturas de un autor como Leónidas Lamborghini son ejemplares en lo que digo.
Against Me! Reiventing Axl Rose.

La tecnología vive de la caducidad de una plataforma. Al fin de cuentas, una de sus figuras centrales son los electrodomésticos. Cuando compramos una laptop sabemos que pronto se transformará en basura. Un botellero, como también un anticuario, sabe que ese plazo es pura fantasía. No hace falta luchar con el plazo de caducidad de una plataforma. Por el contrario, deberíamos investigar más en el estilo Han Solo: no olvidemos que el Halcón Milenario era una nave casi obsoleta.

Nos encantaría que nuestro sentido arduino no se simplifique en el mero hecho de poner en escena un prototipo alternativo. Sino en incentivar el pasadizo ucrónico: todo gadget puede proporcionarnos una narrativa que no coincida para nada con la versión oficial. Abrirnos a otra ficción, sintonizar con el canal de otra dimensión.

Lo que más me gusta de la web, de su dinámica, no es la accesibilidad, ese “tener todo tan a mano”, sino su infinita capacidad de cruce y fuga, su maravillosa metáfora de navegación. El ciberespacio no como una biblioteca o archivo gigantesco con cada cosa en su lugar, sino como una autopista donde una URL no es más que un conector con otra URL con otra URL y así indefinidamente. Creo que con mis ensayos de Contagiosa paranoia machaqué bastante con esta opción.

Es la diferencia básica entre adivinación y desciframiento. Éste último nace de la posibilidad de un destino: todo está previsto de antemano. Caminamos por el laberinto que alguien construyó. La adivinación, sin clausurar esta opción habilita otras: puede que el laberinto jamás haya existido. Si una noche de invierno un viajero. Lo mejor de las brújulas es que pueden enloquecer.

Magritte sabía que una pipa no es una pipa. Uno de los ejes centrales de (500) days of Summer (de Marc Webb) son las posiciones que intercambian los protagonistas: Summer Finn (Zooey Deschanel) no cree en el destino. Tom Henson (Joseph Gordon-Leavitt) quiere sobrepasar el azar.
¿Cuál es tu orden?

El arte sigue inventando procedimientos que no deberían jamás restringirse a las salas de un museo. Los publicitarios lo saben de sobra. Deberíamos ser más astutos que ellos.