domingo, 11 de abril de 2010

Qué bueno hacer found footage con tu cabeza

Ya agotamos al ready-made, a la constitución de un campo (apuntes de delimitación que inauguraron los antropólogos y reactualizaron los sociólogos), como también a ese constructo que alguna vez llamamos “industria cultural”, y asimismo exprimimos las nociones de género hasta convertirlas es un angustiante cementerio de formas.

Habitualmente, cuando los historiadores aciertan tanto con el presente no es que los tiempos envejecieron repentinamente, sino que nos mimetizamos más y más con el Coyote que ya no sabe qué otros probados recursos ACME poner en escena.

Es muy poco divertido observar como tantas miradas hegemónicas siguen aferrándose a instrumentos de museificación del presente, ahí donde todas nuestras conjeturas e hipótesis parecen exhibidas detrás de esterilizadas vitrinas.

Todo concepto no es más que un visor, un instrumento de navegación en una trama cultural, de la que forma parte y es producto. Lo cierto es que toda trama es movimiento, mutación, diferencia, y en algún momento los conceptos comienzan a producir más y más interferencia que no es más que interposición y mala interferencia frente a lo que tratamos de conocer.

Cuando se dice “campo cultural”, por ejemplo, momificamos muchas instancias de interacción con lo que estamos tratando de abordar. Como antiquísimas medusas petrificamos lo que intentamos observar. Cargamos de determinado sentido eso que nuestro deseo convoca.
En el peor de los casos el concepto se transforma en dogma, el regla de autoperpetuación de sí, y es entonces cuando trabajamos para alimentarlo, para engordar su gracia histórica, cuando lo monumentalizamos. Y ya no sirve más que como justificativo, cuando su función más deseada debería ser “poner en cuestión”.
Lo vivimos en carne propia en la lectura de esos documentos burocráticos (cuestionarios de aduanas) que son los papers, que invariablemente llegan más o menos tarde, pero siempre cuando la solidificación está en marcha. Aclaremos: el problema no son los papers, que como todo formulario resultan necesarios, sino su autoritaria circulación por fuera de su circuito.

Es el momento en el cual el concepto se transforma en producto, en el sentido más económico e industrial del término. Algo que constantemente las instituciones reclaman como destino.

Por ninguna otra razón resulta tan imperioso proteger a los conceptos inestables, aquellos que todavía giran sobre sí y presentan inestimables fugas. Conceptos que serían poco confiables en la construcción de un paper. Esos mismos que la gran mayoría de los referís epistemológicos clausuran como “débiles”, incluso improbables.

Fui invitado a presentar (hace muy pocos días, en el marco del BAFICI) el libro de Leandro Listorti y Diego Trerotola sobre el Found Footage, o cine encontrado.

Es súper recomendable. Se trata de la compilación de textos de autores diversos (Wolf, Bourriaud, Bernini, Eugeni Bonet, Oubiña, Oloxiarac, Subero, Marín, Galuppo, Andrés Di Tella, Pfaffenbichler, Félix-Didier y de los mismos compiladores)en los cuales vamos observando cómo la idea del Found Footage va tomando forma en los interrogantes que dispara. Escorzos, escorzos y más escorzos de una presa que todavía advertimos demasiado lejos de ser enjaulada. Seguiré con esto en próximos posteos.

Leandro Listorti: “La génesis del film reciclado es, en efecto, subversiva. Uno de los principales aspectos provocadores es el de llevar adelante una obra en la cual el sentido aparece en una instancia posterior a la del soporte material.

Una persona, por ejemplo, encuentra numerosos rollos de filmaciones caseras sobre un grupo de amigos homosexuales en California en la década del sesenta, y resulta inevitable intentar buscar (y encontrar) una forma para el hallazgo. Se altera entonces el orden establecido que formula una ecuación cercana a idea + operación = resultado, por el de resultado + operación = idea. Fórmula llevada al extremo por los ejercicios de Ken Jacobs o Joseph Cornell.”

Quiero retomar la última fórmula y, una vez más, quitarla de contexto. Porque si es que algo necesitamos es hacer found footage con tantos conceptos desechados. Simplemente encontrarlos, rescatarlos, operar sobre ellos y ¡voilà! que nos enseñen otros caminos.

Que cunda el found footage.