lunes, 30 de noviembre de 2009

Porno 5.0

¿Por qué los pornofans vienen inclinándose más y más por la incesante avalancha videos caseros (con todo el trash que éstas conllevan) que por las esmeradas actuaciones porno profesionales?

¿Es realmente paradójico que la actriz porno Tila Tequila provoque más morbo en sus supuestos videos caseros que en sus actuaciones profesionales?
¿Vivimos en la era Blair Witch Project del porno?
¿La ficción de intimidad puede más que la ficción como política?

Sin embargo, en el que quizá sea ¿el otro extremo? también arrasan (como es tradición) las porno-parodias: Devil´s films ya tiene su magrittiana versión de “This isn’t Twilight – The XXX Parody” (Esto no es Crepúsculo. La parodia XXX), con la pornostar Jenna Haze en el papel de Kristen Stewart. ¿Por qué el porno tiene que traducirlo todo? ¿Por qué busca la complicidad de la parodia?
¿no es desnudar el ridículo erotismo velado de esas películas?

¡Si hasta se parodian parodias porno! Si Kevin Smith es el autor de Zach & Miri make a Porno, el porno argentino contrataca con una versión cordobesa titulada Natatcha y Nino hacen una Porno (con Natacha Jaitt y Nino Dolce). ¿Trompe l’oeil de géneros? Smith parodia al porno, esta nueva reversión porno parodia ¡una parodia del porno!

¿Es parte del gen porno?
¿De una lengua porno que se va infiltrando, como su primo hermano el trash, acá y allá, en tanto jerga mutante?

En otro posteo nos preguntábamos cómo reinventar la obscenidad. Ya sabemos, es la pregunta pop por excelencia. No sólo en las estrategias de provocación de la infatigable Lady Gaga (¡que posó de hermafrodita!) sino de los Rammstein, que por el contrario, decidieron llevar el límite a lo menos sutil y más explícito (sin ir más lejos, su single se titula German Pussy).

Si ellos calzan el uniforme rocker por default (tanto cuero, tanta pose) el síntoma se extiende a sus propuestas porno. Es claro: cada pop tiene su porno: Madonna, Pet Shop Boys y Babasónicos, cada uno con su escuela.

¿Y la sobreabundancia porno no conquista, como nunca, la política en todas sus esferas? Leímos no hace tanto los análisis de Ciudad Tecnicolor sobre el porno-fascismo. Con las nuevas sobre Alessandra Mussolini, nieta del Duce, el juego no hace más que literatizarse.

Sí, sí. El porno está en todas partes. Hasta formatea los móviles. Leemos: “La compañía MiKandi ha lanzado la que publicita como la primer AppStore para móviles exclusivamente destinada al mundo pornográfico.

En principio para Android gracias a su plataforma abierta y no para iPhone, mantenido tan casto y puro -cerrado- como de costumbre, aunque se avanza que también podría llegar a los terminales jailbreakeados.” Una central porno en tu bolsillo.

¡Si hasta los trailers de videogames aceptan abiertamente las estrategias del porno más obvio! Veamos sino la propuesta del juego de carreras Blur, de Bizarre Creations (Gotham Project).

¿El porno vive una nueva etapa?
¿Acaso no vivimos en El Porno en la Era de la Información?
¿Porno intoxicado o infoxicación del porno?

Elemental, Watson: el porno no será jamás decisión unilateral del pornógrafo, de su industria y actrices y actores (y ahora menos que nunca), sino también y por sobre todo lo que obtenemos de la cantidad de efectos colaterales que provoca culturalmente. Con esto digo: si existe una cultura porno –y cada vez más politizada- se debe a las secuelas culturales que estallan muy por fuera de un ghetto de consumo (y producción).
El porno en estado web (incluso por fuera de la web).


Sin ir más lejos la blogósfera, en el vértigo de millones de incontrolables y proliferantes posteos-termómetro, pone en escena recorridos que nos sirven para husmear como nunca antes en “estados de cuestión”, que muchas veces resultan más precisos (y preciosos) que cualquier encuesta (despejado el vicio de unos pocos interrogantes mercadotécnicos para enfrentarnos a los disparadores menos previsibles). No existe mejor muestra que este posteo construido como una proliferación de links a otros posteos.
Porno desde la blogósfera.