sábado, 10 de enero de 2009

Tribus virales report (v.1)

Ya no tribus urbanas sino tribus virales.
No más aquellas tribus de ciudad sobre las cuales, hace más de veinte años, teorizó Michel Maffesoli en el crucial estudio que les dio nombre (Les temps des tribus, 1988, traducido al español dos años más tarde), sino más exactamente su expresión expandida y mutada: tribus y logias anfibias, propias de otra morfología de ese botín conceptual al que aún denominamos era de la información.

Hace mucho que no existe tribu que no posea su dinámica virtual. La información que motorizaba las subculturas ya no se dirime básicamente en un espacio territorial, por el contrario: éste se sigue transformando en otra escenario diversificado. Web y espacio físico son para estas sociabilidades contemporáneas el yin y yang de circulaciones inéditas.

Me acuerdo, a principios de los noventa, escuchar a un grupo como Ministry y preguntarme ¿qué es esto? ¿heavy metal con sampler? ¿cybermetal? Estilos que manifestaban una estética de la tecnología. Frente al clasicismo maquínico de Kraftwerk, que mal podrían interpretarse retrospectivamente como ironías del fordismo, bandas como Front 242 o Young Gods se me antojaban entonces la banda de sonido ideal para los Incursor Tusken, aquellos nómades del desierto del episodio IV (e inicial) de Star Wars (otra tribu tecnológica no urbana).

Tecnología y tribalidad: las estéticas de anticipación adelantaron a los flash mobs y los floggers, que remixan tanto viejos imaginarios de la cultura rock como de subculturas de ciencia ficción y tendencias trash.

Seguramente no sea cierto, pero me gusta pensar que en el oscuro origen de todas las modas descubriremos siempre una inadaptación. El beautiful freak que desprecia los modos del status quo y solitario impone una aberración que tiempo después se masificará. ¿Y existe alguna factoría de masificación más eficiente que la web?

El márketing lo sabe: de ningún otro sitio provienen las coordenadas que definen ese modo diseminatorio que denominamos viral. Por supuesto, la viralidad rebasa y mucho al malware.

Ya no puede reducirse (si es que alguna vez sucedió) al diseño de programas cuyo objetivo es la vulnerabilidad de un sistema. La viralidad es una estrategia-engranaje social de la información: una promoción por el canal indebido (inesperado, al menos en su irrupción inicial).

Las tribus virales (o tribus post-urbanas) resumen la experiencia de los nativos digitales. Una generación (quizá más de una) que obtuvo su información (y formación) inicial sobre su estilo de preferencia, que fogueó sus ritos de iniciación en la web. Tribus post-Napster que consumieron discografías, filmografías y bibliografías íntegras sin las peripecias de las búsquedas y la exploración de las décadas pasadas.

Tribus infoxicadas, sobreinformadas, que llegaron tarde y mal a la cultura de revistas y fanzines. Tribus Youtube que tuvieron acceso a cientos de clips y películas que durante años y años se instalaron como password. Conozco bandas que, a su segundo ensayo, ya subieron un registro de éste a la red.
¿Hubiera sido posible Naty Menstrual sin los blogs?

Hacia fines de los 80 (¿87, 88?) Claudia Korz, entonces habitué en las páginas de una revista de tendencia como Cerdos & Peces, realizaba en el Centro Recoleta un evento titulado “Artistas con fotocopias”.

Si querías saber algo del underground de entonces, sus claves y rituales, la cultura de fanzines era de lo más atractiva. ¿No nos parece hoy un gesto tan arcaico como tierno? La Web 2.0 arrasó con aquello. En esa época, la viralidad eran, sin dudas, las máquinas Xerox (al punto de que un héroe de la década fue el musculoso Ranxerox, cuyo nombre yuxtapone dos grandes marcas).

Si no es que nace en el interior de sus dinámicas, toda tendencia se multiplica y define en las redes sociales. En un posteo del Cippodromon hace no mucho hice referencia al desembarco del concepto de información en el rock. Ya resulta impensable un estado de recepción poética que no sea instantáneo. Ni siquiera estar por fuera de la web resulta cool (más bien todo lo contrario).

¿La tribu viral es cool?
¿Por qué no?