Sobre subjetividades anfibias en tiempos de comunidades experimentales 3.0
Mouchette es una artista muy interesante y desde hace muchos años ¡y todavía no cumplió 13! Cuando comento esto me preguntan ¿pero es una artista o un proyecto? No me queda sino repreguntar ¿cuál es la diferencia?
En el mejor de los casos un(a) artista no es otra cosa que la delineación de un contexto. ¿Con qué fin? Pues el de ensayar otros presentes dentro del presente. Pero ¿qué presentes?
Reinaldo Laddaga comentaba hace un tiempo: “Pienso que cualquiera que esté interesado en descifrar qué es lo característico de las artes del presente tiene que haber notado que, en los últimos años, un número sin duda creciente de artistas ocupan una parte importante de su tiempo menos en realizar la clase de obras que estábamos acostumbrados a esperar de ellos, composiciones fijadas que se presentan en espacios más o menos neutros, que a generar las condiciones materiales y organizativas para que grupos grandes de individuos se asocien de forma temporaria aunque duradera en proyectos que implican la producción de imágenes, eventos y discursos con un componente estético. Más aún, estos artistas piensan, en general, que los proyectos en cuestión pueden ser ocasiones para la exploración de modos de socialidad anómalas, de manera que tienen algo de laboratorios, de sitios de pruebas.”
Mouchette (sí, sí: como la película de Bresson), a quien sigo desde la década pasada (para más información, lean acá y acá) no hace más que subir la apuesta: la historia cultural del cyberespacio la reconoce como una pionera en replantearse el interrogante ¿una comunidad experimental no debería remixar el modus operandi de las subjetividades que la componen?
Más aún si vivimos en tiempos anfibios y un artista es un contexto móvil. Pablo Mancini acaba de apuntar “las artes (…) deben tener más coraje para asumir las bases de datos como narrativas, la arquitectura de la información como política y la institucionalidad como reinvención.” ¿Y si estos requisitos estuvieran afectados no ya a las artes sino a la misma subjetividad artística? ¿Qué sucede cuando el laboratorio o el sitio de pruebas es la misma subjetividad?
Cuando se presentó por primera vez en Buenos Aires, junto a William Hooker y Leah Singer en el ciclo Experimenta, Lee Ranaldo definió a Sonic Youth en la prensa local diciendo: “somos los Beatles de una dimensión paralela”. Genial, pero ¿dónde queda esa realidad paralela? ¿cuál es su contacto con ésta? ¿cómo se conectan sus presentes?
En uno de los comentarios del posteo anterior, Milenio Esquizo (del imprescindible Ciudad Tecnicolor) nos recordó a Lonely Girl 15. Si Mouchette refiere, directa o directamente, a la institucionalidad artística (al célebre círculo de George Dickie), Lonely Girl va más allá: habita en ella algo de Tlön en tiempos de la post-narrativa de los nuevos medios. Al igual que el relato de Borges, Lonely Girl se quiere anfibia. No está sola.
Hay un mundo en tus ojos que yo mismo creé. Leemos en foro recomendado por Milenio Esquizo: “Una serie que comienza en Youtube. 16 de junio de 2006. La joven Bree, 16 años, escolarizada en casa, tiene un videoblog "secreto". Citando a otros blogs. La distancia entre realidad y ficción se rompe. Presentándose como real. Distribución viral, y parece... apenas una chica joven presentándose en su video-blog a mediados del 2006.
(…) La historia es interactiva. Se desarrolla en tiempo real, la gente interactúa, Bree y los personajes de la serie reaccionan a la gente como si formaran parte del mismo mundo. Se rompe la unidireccionalidad, y el público pasa a formas parte del espectáculo, incluso con algunos que en YouTube añaden personajes a la serie. Todo se difumina, ¿quién está representando qué para quién?.
Esto es lo que los medios de comunicación y fabricantes de ficción clásicos son incapaces de entender mientras se indignan. Y las barreras entre la ficción considerada real y la ficción del mundo de Bree, el "Breeniverso", se rompen. En eso consiste, también. Y es más, aquí está la novedad, y aquí el éxito radical de la serie, que se convierte en el segundo canal más importante de Youtube. La gente entra en el juego, rompe las barreras con el Breeniverso, y disfruta con ello. Rotas las barreras entre la realidad y la ficción, rotas también las que separan al espectador del creador.”
Una cita sintetiza: “"Todo el mundo es un personaje", ese es el lema. Como fan, puedes elegir de qué lado estás, o incluso elegir un tercer camino. También hay dobles agentes, fans jugando en los dos lados.”
Mientras que la primera generación de sitcoms de Second Life da lugar a decenas de posteos en la secondblogósfera, ya señalamos como Nat Fortuny / Oliva realizó una memorable performance anfibia: Dj en un mundo virtual, realizó su set interactuando con espectadores que en ese momento no transitaban el metaverso.
No me refiero a Darko Maver, porque éste era claramente una invención: la antigua “mentira” de los medios denunciada por los situacionistas o el arte de los medios. Por el contrario, hablo del desarrollo de las posibilidades virtuales de una subjetividad como punto clave de una red que atraviesa tanto el cyberespacio como el mundo físico. Del remanente de ficción ya no como engaño sino contexto remixado y en perpetuo movimiento.
Hablo de la acción pionera de estas chicas anfibias que experimentan la ficción y no ficción de varios presentes simultáneos siendo ellas mismas un laboratorio, un sitio de pruebas.
Coda: más sobre otras comunidades experimentales y anfibias acá y acá.
jueves, 21 de agosto de 2008
¡Estas chicas son un remix!
Publicado por rafael cippolini en 8:12:00 a. m.
Etiquetas: anfibiología, comunidades virtuales, confusión, Descontextos, intimidad informática, Paisaje e Ideología, rechequeando identidades, régimenes de ficción, Second Life