viernes, 1 de agosto de 2008

Autobiografía sentimental del Net Art

Hace exactamente diez años, a principios de agosto de 1998, envié a unos treinta destinatarios minuciosamente seleccionados seis links por mail. Ni una sola aclaración, sólo las direcciones.

Apenas habían transcurrido dos años y medio desde que el esloveno Vuk Cosic había inventado eso que conoceríamos como Net Art. Ustedes conocen el relato oficial, narrado por Alexei Shulgin: “En diciembre de 1995 Vuk Cosic recibió un mensaje, enviado por un mailer anónimo. Debido a una incompatibilidad de software, el texto era un abracadabra en ascii prácticamente ilegible. El único fragmento que tenía algún sentido se veía algo así como: [...] J8~g#|\;Net. Art{-^s1 [...] Vuk quedó muy impresionado: la red misma le había proporcionado un nombre para la actividad en la que estaba involucrado. E inmediatamente comenzó a usar este término. Unos meses más tarde reenvió el misterioso mensaje a Igor Markovic, que logró decodificarlo correctamente. El texto resultó ser un vago y controvertido manifiesto donde el autor culpaba a las instituciones artísticas tradicionales de todos los pecados posibles, declarando la libertad de la auto-expresión y la independencia para el artista en Internet.”

Me contestaron aproximadamente la mitad de los seleccionados. La mayoría me comentaba que habían borrado inmediatamente el mail luego de acceder a primera página del listado de links, convencidos de que el mensaje les había llegado con un virus. Sólo uno de ellos, el infatigable y siempre sorprendente Wili Peloche, no sólo me agradeció sino que me aportó nuevas direcciones. A fines de abril de 2000, cuando se distribuyó el primer número de la revista ramona, apareció, esta vez en papel, la lista inicial con otras direcciones más, sumando trece. En la oportunidad, la acompañé de un pequeño texto (que firmé con seudónimo, aunque lo acompañé de mi dirección de mail de entonces) que decía así:

"Seguramente la mayor herencia de McLuhan y sus acólitos haya sido poner en entredicho los bordes semánticos de lo que entendemos por información. Este mismo concepto, durante el siglo XX, alcanzó su valor absoluto de mercancía. Lo comunicable, lo transferible nunca deja de estar acompañado de una cifra, de una estimación sujeta a las variables de un mercado. Por lo tanto, una de las actividades más claramente subversivas de las últimas décadas haya consistido en sabotear los indicadores que hagan claras, en la alternancia de la oferta y la demanda, las posibilidades en la inmediatez de obtención de ese precio. En términos de Internet ¿cómo consignar la utilidad de un site? ¿Qué sucede cuando un site sirve para algo pero no se sabe muy bien para qué? Visite el lector las siguientes direcciones. Nos interesa conocer su opinión."

Lo único que obtuve fueron tres mails con insultos que se perdieron unos años después, cautivos en una vieja computadora. Las direcciones eran las siguientes:

www.hell.com, [www.thesquarerootof-1.com], www.dextro.org, www.turux.org, www.absurd.org, www.jodi.org, [www.concrete.at], www.pomelo.org, [www.dividebyzero.org] , www.snarg.net, [ww.3code.net-art.org], www.autito.com, www.mouchette.org

Salvo tres de ellas (las que están entre corchetes) todas siguen funcionando y siendo aún muy atractivas. Claro, en Ultralost o en el Museum of Web Art (Mowa) pueden encontrarse tantas otras increíbles. Pero realmente el periplo de poco menos de una década, si bien las ha fechado en su forma digital, no disminuyó nada su efectividad.

Todavía sigue pareciéndome muy sintomático que el Net art haya nacido de una falla en el sistema, de un problema de comunicación, de un obstáculo, de una interferencia de lenguaje.

Dos años después, en mayo de 2002, entré en contacto con Eva y Franco Mattes, más conocidos como www.0100101110101101.org Entonces publiqué una nota acerca de su intervención en la Bienal de Venecia, donde utilizaron un virus informático como obra artística (así como de otras intervenciones como Life Sharing y Vopos). Desde entonces, las discusiones sobre Art Virus no dejaron de crecer. Pola Oloixarac publicó hace unos meses esta nota a la que sumé estos párrafos.

Pola: "Vectores de destrucción en las praderas informáticas, los virus manifiestan la vulnerabilidad de una existencia donde nuestros datos son extensiones vitales. El nuevo capítulo del cuidado del yo es el cuidado de la información. Los virus ponen en crisis el sistema de propiedad del yo, y son termómetros de pulsiones sociales: si en 2004 llegaban correos con el virus I love you que la gente abría ilusionada, infectándose, ahora los emails virales invitan a abrir las fotos de una bella modelo con el cuerpo destrozado en un accidente. Si el deseo es la estrategia, ¿cuál es el deseo del virus informático? Que la gente intercambie software y files por fuera del control de los productores de tecnología; y que se ponga paranoica."

Poco después tuve la posibilidad de conocer a los Bioevents, de Mónica Jacobo. Una vez más compruebo que las plataformas de arte-web envejecen mucho más lento de lo que supuse.

Mónica siguió reelaborando sus propuestas, hasta sus exploraciones en el game art: "El game art puede catalogarse dentro del arte con nuevos medios, junto con los denominados net art y software art, por haber surgido de la relación entre arte y tecnología digital. Pero, a diferencia de estos campos, el game art mantiene una estrecha relación con el fan art o arte de fanáticos, lo que contribuye a hacer de él un área más compleja, emparentado al arte del graffiti y el animé japonés, manifestaciones provenientes del ámbito de lo popular que se legitimaron en el campo del arte”.

En el último año y medio, www.0100101110101101.org fue desarrollando una serie de proyectos de neto corte anfibio para Second Life con el título de Synthetic Performances: la recreación en el Metaverso de emblemáticas obras contemporáneas de Chris Burden, Vito Acconci, Gilbert & George, Valie Export y Peter Weibel, Joseph Beuys y Marina Abramovic. Al igual que Avatar’s portraits o It’s always six o’clock vuelven a interrogarnos sobre lo mismo ¿de qué forma es extensiva la autonomía artística en el cyberespacio?

Una vez más me persigue la misma impresión: el código fuente puede alterarse en cualquier momento.