Intro (V.1)
Ni más ni menos: el mundo existe para ser remixado. Ahí aparece el término, una y otra vez, rearticulando pequeños torbellinos semánticos. Quizá por eso la remixología es tanto una forma de operar y producir como un estado ambiental (otra climatología).
Hace tiempo que vengo insistiendo que ya no es posible ensayar sin remixar. Opio y Hax con certeza apuntaron que “esta figura de la cultura dance reconoce una compleja traslación en el campo de lo escrito”. Precisamente esta “compleja traslación” es la que me incita a merodear en sus políticas de conexión cultural, resignificación operativa y corporatividad combinatoria.
Uso el término remixología a propósito, para comenzar a perderme en enunciados y relatos de teóricos y activistas del remix como Mark Amerika o la Remix Theory de Eduardo Navas, o en eventos como Disrupting Narratives en Tate On Line. Claro, la forma más eficaz de conocerlos es reutilizarlos: todavía sigo descubriendo activas zonas de intermodificación entre las propuestas Avant-Pop del primero y los imaginarios sobredesplegados de Alberto Greco (El bosque disperso de A.G., en Contagiosa Paranoia).
Y esto porque el remix sigue siendo uno de esos fenómenos que sólo pueden describirse simultáneamente a su práctica: todavía no posee orígenes estabilizados ni presentes taxonomizados. Y esto sucede en tantos niveles y velocidades que hoy cualquier conjunto de fórmulas experimentales y aproximaciones reunidas en una hipotética “Teoría General de la Remixología” quedaría desactualizada antes de que terminara de prescribirse.
Interlapso 1: Últimamente, en Buenos Aires, varias publicaciones comenzaron a insistir con una incisiva auscultación sobre el procedimiento; me refiero específicamente a dos iniciativas tan atendibles como la revista Planta y el proyecto Actividad de Uso. ¿Qué sitio ocupa el procedimiento y su análisis en las prácticas artísticas? Pero por sobre todo ¿cómo enunciarlo, mediante qué poéticas? Por ejemplo ¿Qué juego de interreferencias y desbordados desplazamientos diseñaron Alfredo Prior y Nahuel Vecino cuando acometieron sus celebrados covers, hits y standards, a los que nada subrepticiamente imprimí además remixes y sampleos (L’argot des styles, De Bourdelle a Bambi)? ¿Qué tipo de anatomía de articulación llevamos adelante en estos tiempos cuando realizamos una reversión?
Cualquier multiexpandida definición de remix sostiene los términos “mezcla alternativa”, “nuevo aspecto” o “efectos”, pero no siempre recuerda su invariable presente de interpelación musical y sus efectos sobre el cuerpo. Su semiosis aún sigue anclada en este punto.
Haroldo de Campos en su precioso ensayo “Músico de la materia” realiza un guiño al abuelo filólogo-anarquista de Oiticica para entrometerse con la luminosa sentencia de su nieto Hélio: “Música no es una de las artes, sino la síntesis de la consecuencia del descubrimiento del cuerpo”.
Haroldo: “Parangolé. Con este neologismo gozosamente coreográfico, que conserva el equilibrio de la prosodia popular, Hélio bautizó una experiencia que nacía en conjunción con la danza: órfico paisaje del enrarecido laboratorio artepurista hacia el reencuentro del origen como “salto en lo vertiginoso”. (…) Hélio no estaba pensando en eso, sino en que, etimológicamente (su abuelo me haría un gesto aprobatorio) música y museu tienen la misma raíz: derivan, coincidentemente, de la palabra musa (del griego “moûsa”). Lo que Hélio, sí, profundamente intuía en su hacer tenía más que ver con la musa de música (en el sentido lato que el término tenía entre los helenos): era un hacer museico antes que museológico.”
Bocetemos una definición por demás provisoria: remixar es ensayar distintos reacomodamientos en el descubrimiento de un cuerpo en pos de otra música de la materia. ¿Otra danza de los elementos? En todos los casos, el remix es la mas amorosa y política de las intromisiones. Tendremos que seguir dándole vueltas a esto (remixar hasta los mismos remixes).
Muchos artistas cero-cero no sólo metabolizaron sino que infatigablemente anuncian remix tras remix como plataformas ¿Acaso no son sino remixes los imaginarios-merchandising de Pinola (un remix ininterrumpido de una tradición)? ¿Y los proyectos espaciales y yuxtaposiciones icónicas de Mónica Jacobo? ¿O las constantes apelaciones al cuerpo danzable en las animaciones de Mateo Amaral, que incluso ofrece sus producciones como kits de remix? ¿Y el Hotel Dorian de Mónica Heller? ¿O las instalaciones intimistas de Villar Rojas? ¿O las provocaciones de Luizo Vega? ¿O los paisajes digitales de Mylun? Más y más visualidades remixadas.
Remixolandia: En todos los orígenes estará siempre la dimensión musical-corporal junto y superpuesta a la infaltable dimensión tecnológica (todo remix es, ni más ni menos, tecnología). Para recordárnoslo vayan estos imperdibles remixes de Benito Laren y Cyborg Dance. Tecnología y cuerpo-en-danza: otra forma de denominar al tiempo. ¿Un manifiesto con movimientos de break-dance? Incluso decir Cyborg no implica sino señalar un momento de un imaginario, justo cuando máquina y cuerpo realizaban un nuevo pacto, lo mismo que los transformers.
¿Los robots son un remix humano o los humanos nos acercamos más y más al imaginario robótico? No me interesa evitar que me regresen las imágenes del genial Yul Brinner robot en Westworld (1973, top ten de las películas de mi temprana infancia) y los SDR-4X de Sony, esos encantadores robots bailarines que ya cumplieron mas de un lustro.
Remixarqueólogy: remix y robótica tuvieron una edad de oro en los setentas (pongámosle nombres: Lee Perry y Kraftwerk, para comenzar muy alto) precoz inconsciente informático con el que se formaron siendo pequeños tres solistas claves de la música de los ‘90: ¿acaso existirían Björk, Beck y Tricky sin la cultura remix? Ya sabemos, tanto el remix como la apropiación, la autofagocitación y los mashupismos (conductas arduinas si las hay) fueron tildados de negativamente durante mucho tiempo. Pero sin dudas ocurrirá lo mismo que con las descargas de un e-mule: para las generaciones que vendrán (que ya están en marcha) todas estas prácticas serán tan tradicionales como para nosotros lo fue deleitarnos con Astroboy, Robotech o Akira.
Gabriela Berti: "La idea de 'remezcla' (remix) es cardinal, ya que implica un diálogo o intercambio entre los individuos (como creadores o productores) y el medio que les rodea, la tecnología (y las empresas que la producen) entendida como un tipo de economía de la información entre otras (y no la más importante). Ahora bien si, seguimos la senda abierta por Wittgenstein, podemos entender a la tecnología como una 'ocasión para decir algo' aprovechando un tipo de lenguaje, cuyo valor no está en el lenguaje mismo sino en el uso que se hace de él, en las 'ocasiones' que se pronuncia y el modo por el cual permite abrir mundos."
viernes, 23 de mayo de 2008
Remixología
Publicado por rafael cippolini en 3:40:00 p. m.
Etiquetas: Contagiosa Paranoia, diseño, inconsciente informático, lecturas, remixología, Software tribal