miércoles, 31 de octubre de 2007

Cómo resucitar a un perro ficcionalmente asesinado

Los perros no necesitan resucitar cuando nunca se murieron.
Esto viene a cuento ya que toda esta semana estuve recibiendo una catarata de ridículos mails absolutamente sacados (aunque sin dudas la gran mayoría de ellos adherentes de buena fe) en los que se reclamaba mi participación en la siguiente cruzada: impedir que el artista costarricense Habacuc (nacido Guillermo Vargas, encima hereje) no pudiera participar en la Bienal Centroamericana de Honduras 2008.

¿Y cuál es el origen de esta novísima caza de brujas? La misma o una muy similar a la que produjo aquellos suicidios en 1938 en los Estados Unidos, cuando Orson Welles transmitió en la radio los pormenores (en tiempo real) de una invasión alienígena y letal perpetrada contra nuestro planeta y civilización.
Salvo que esta vez no se trató de marcianos, sino de un perro que todos dieron por muerto.
Les cuento: el lunes merendé con Guillermo Piro, quien entre divertido y estupefacto me mostró la desmesurada cantidad de mails que fueron acumulándose en la bandeja de entrada de su correo electrónico insultándolo por su nota sobre el tema publicada en el suplemento cultural del diario Perfil, en la que toma partido por el hábil artista y su maniobra. Copio y pego algunos fragmentos y aprovecho para poner en tema a los que aún no están al tanto:

“Hace unos días comenzó a circular via e-mail el siguiente llamado a boicot: "Guillermo Vargas 'Habacuc' es un costarricense que dice ser artista. El pasado agosto hizo una exposición en una galería de Managua (Nicaragua); cazó a un perro callejero, lo ató con una corta cuerda a una de las paredes del local y lo dejó morir de hambre y sed. Según él, ese acto de cobarde sadismo es arte. Ahora este torturador ha sido invitado a participar en 2008 en la prestigiosa Bienal Centroamericana de Honduras. Puedes firmar en http://www.petitiononline.com/13031953/ y, por favor, reenvía el mensaje a todos tus conocidos".

(…) La muestra de Habacuc se realizó el 16 de agosto pasado en la galería Códice, de Managua (Nicaragua). Como parte de su exposición, titulada Exposición N° 1, enfrentó al espectador a un perro callejero flaco y enfermo, que él mismo capturó en un barrio pobre de la ciudad, amarrado a una esquina de la sala.
Según Juanita Bermúdez, directora de la galería, las cosas ocurrieron de otro modo: "El perro permaneció en el local tres días, a partir de las 5 de la tarde del miércoles 15 de agosto. Estuvo suelto todo el tiempo en el patio interior, excepto las 3 horas que duró la muestra, fue alimentado regularmente con comida de perro que el mismo Habacuc trajo. Sorpresivamente, al amanecer del viernes 17, el perro se escapó pasando por las verjas de hierro de la entrada principal del inmueble, mientras el vigilante nocturno, quien acababa de alimentarlo, limpiaba la acera exterior del mismo".

Sería ocioso volver a postear toda la polémica y las informaciones cruzadas sobre el tema, por la simple y contundente razón de que decenas de blogs ya se encargaron de la tarea y no me resulta divertido redundar.

Bien, resumo: habiendo asumido la defensa de Habacuc (o al menos su abierto rechazo por su creciente condena) Piro fue poco menos que acusado de ser una pieza clave en el advenimiento del “Apocalipsis de los animales”, para citar el título de una película que no recuerdo haber visto.

En algunos de los orígenes más potentes de nuestra contemporaneidad felizmente nos encontramos con escenas que publicitan notoriamente a un artista inoculando ficción al relato que constituye la acción artística. ¿Acaso alguien estuvo presente y puede certificar cuando Yves Klein se arrojó de cabeza al piso en sus famosas acciones conocidas fotográficamente como Saut dans le vide? ¿Realmente tiene alguna importancia comprobar que la Merda d’artista enlatada fuera el producto autenticado de los intestinos de Piero Manzoni o, yendo más allá, si esa mierda era real o simulada? ¿Los pequeños animalitos que Tatato Benedit utilizaba en sus obras de los sesentas estaban bien alimentadas? ¿Qué laboratorio certificó que el líquido en el que fue sumergido el crucifijo fotografiado por Andrés Serrano era realmente pis?

Noticiero (agencia de noticias) o mitografías, uno y otras funcionan por igual utilizando los márgenes de la ficción. Napoleón supo decir (o nos dijeron que dijo) que la historia es esa gran mentira sostenida por todos. Vengo glosando en este mismo blog y desde hace tiempo las ideas de Marc Augé sobre los nuevos repartos de ficción en la construcción de la realidad.
Perdón ¿el mingitorio de Duchamp había sido usado? ¿Fue debidamente desinfectado? ¿Quién controló si poseía rastros de gérmenes patógenos?

Habacuc es consecuente con su ficción. Insiste en que el perro permanece debidamente muerto. La publicidad que le brindó este crimen imaginario que haría la delicia de Patricia Highsmith sin dudas fue la mayor que haya conseguido hasta hoy.

Es muy sintomático: los mundos virtuales que la informática nos propone comienzan a diseminar sus síntomas en el universo unplugged y gran parte del mundo del arte todavía no sabe bien que hacer con los regímenes de ficción.

En fin.
Yo siempre digo la verdad.
La que miente es la realidad.


PD: ¿No fue acaso Habacuc quien nos hizo conocer la calavera de Pinocho?