Ahora pienso que fueron demasiados factores los que me perturbaron en aquella primera lectura de Cosmos, la novela-testamento de Witold Gombrowicz: fue una salvaje sobrecarga de indicios, muchos para un fin de semana de fines de los ochenta, que hasta que abrí el libro se anunciaba muy tranquilo. Bourriaud acertaría más tarde con la idea de semionáutica; pues bien, Cosmos fue un contador geiger que transformó un viaje entre signos en un naufragio dantesco. Hay veces en que los sistemas se confabulan y comienzan a revelar más de lo saludable. Hace unas semanas me hundí en otra investigación sobre esos esquivos e imposibles “orígenes de la realidad” como los llamaba el polaco. Fueron dos citas rosarinas: la primera de Lucio Fontana, quién hace más de sesenta años expresó -aunque en firmas de otros, en su Manifiesto Blanco- el meditado deseo de una experiencia artística que deviniera substancia sin accidentes. El fin del viaje lo trajo Max Cachimba cuando no hace tanto e involuntariamente le contestó que su interés era el de un conjunto de accidentes sin substancia.
Ahí tenía los dos extremos del trayecto, y en el medio centenares de indicios para seguir desordenando. Porque lo que hago continuamente es eso: desordenar síntomas, proponerlos en cadenas significantes que develen otros tantos mundos (de tentaciones) en éste. Escribo esto a las orillas del río Paraná, mientras avanzo en una curaduría que me divierte más de lo que pueden imaginarse y que inaugura el sábado próximo, conjuntamente en el museo Castagnino y en el Macro (hasta podremos pasear en La Merenguita, mítico transporte de esta ciudad). Atravesé en unas cuantas jornadas los esimulantes infiernos de la distopía, el paroptismo, ciertas psicastenias legendarias, telepastías varias, homocromías en cadena y hasta alguna que otra morfofagia. Siempre quise realizar una sesión espiritista sinfónica: en las salas que avanzan hacia sus tensiones definitivas son decenas y decenas de voces-imágenes provenientes de tantos que ya no están aquí en pleno diálogo con otros muchos con los que dialogan en el rabioso ahora. No es poca cosa observar los comportamientos de Lino Spilimbergo con Nicolás García Uriburu, de Manolo Espinosa con Marcela Cabutti, Liliana Maresca con Augusto Schiavoni, Marcelo Grosman, Prilidiano Pueyrredón y Nicola Costantino, de Ernesto Ballesteros con Juan Del Prete y Martín Malharro, de Emilia Bertolé con Rosalba Mirabella, Flavia Da Rin, Martín Di Girolamo y Alfredo Guttero. De repente explotó una trama de a ratos evidente que sintoniza la animalidad política, el imaginario proyectado entre las geografías femeninas, así como faunas de todo tipo, climas cálidos y aterradores, geometrías que invaden y someten las visiones de todas las naturalezas y objetos que se expanden sigilosamente.
Ayer Leandro Comba se detenía pasmado frente a detalles susurrados por sus obras ante un paisaje en el que competían en impavidez un raquítico árbol apenas sostenido en un frágil horizonte. Al mismo tiempo que esta exhibición, inaugurarán Las Hortensias (Silvia Lenardón, Michel Siquot, Lola Goldstein y Kati Rapiaal). En este mismísimo momento (ya tarde) sigo en el Macro: tengo frente a mí el hexagrama conocido como Hsiao Ch'u: la fuerza domesticadora de lo pequeño. Roberto Echén me acaba de anunciar que entre estas líneas se avizora el futuro de la institución. El viento recorre el cielo. El I Ching dice: la imagen de La Fuerza Domesticadora de lo Pequeño: así su nobleza va refinando la forma exterior de su naturaleza.
Coda-Luis Gusmán: "Como en todo mapa, la superficie tiende a ser descifrada. La máquina descifradora gombrowicziana se pone en movimiento. Si se descifra casualmente un signo, el narrador desasosegadamente se pregunta: "¿Cuántos otros nos podían pasar inadvertidos, ocultos en medio del orden natural de las cosas?" ¿Qué hacer con este vértigo que no se detiene ni por las charadas ni por el doble sentido? Los personajes de Gombrowicz están atrapados entre el caos y la forma: "¿Por qué razón si hemos salido del caos no podemos nunca entrar en contacto con él? Apenas fijamos en algo nuestros ojos y ya bajo nuestra mirada, surge el orden... las formas...".
martes, 1 de mayo de 2007
Un mundo de tentaciones
Publicado por rafael cippolini en 11:35:00 p. m.
Etiquetas: curadurías, historias del vacío, históricas