Uno podría pensar que se trata de un fenómeno de apofenia, esto es, la percepción espontánea de conexiones y sentidos en cosas no relacionadas, según lo señala certeramente William Gibson en Pattern Recognition (que tampoco azarosamente es el título del tema que Sonic Youth eligió para abrir su Sonic Nurse, de 2004). Pero no: la relación existe porque ciertas palabras así lo determinan. Es por eso que vamos a seguirlas de cerca en algunos de sus viajes semánticos. En un texto escrito en Nueva York en 1968 y que permaneció muchos años inédito Alejandro Puente afirmaba: “entre los muchos significados de la palabra sistema, hay dos que interesa destacar: la idea de “sistema como totalidad” y la idea de “sistema generador”. En el primer caso, la palabra refiere a una consideración holística de una cosa particular. En el segundo, la palabra sistema no refiere en absoluto a cosas, sino a un juego de partes y reglas combinatorias capaces de generar muchas cosas. (...) El sistema generador no necesita ser consciente o explícito en la realidad el sistema se integra con el objeto resultante. El artista se transforma en un diseñador de sistemas que hacen objetos en lugar de diseñador de objetos.” Poco después, en la tan recordada Information, exhibición con curaduría de Kynaston McShine (MoMA, 1970) presentó una instalación compuesta de una mesa de trabajo, frascos y gráficos en los cuales abría una puerta para analizar las posibilidades sistémicas de los quipus, juegos de cintas anudadas de diversos colores de acuerdo a un código, instrumento de contabilidad e inventario de los incas. Es decir, un formato expositivo no muy lejano al de un Joseph Kosuth pero que ponía en escena la búsqueda de sistemas generadores en una cultura temporal y geográficamente alejada (avanzando sincrónicamente en dos direcciones diferentes. Un sistema dentro de otro sistema: quipus / instalación. Un mundo dentro de otro, resignificándose mutuamente y la instalación como sistema.)
Las palabras tienen su propia vida en la transformación de las culturas y se abren camino en territorios e imaginarios de lo más diversos. Así sucedió que no tanto después la informática se apoderó de los dos términos, contaminando aún más sus efectos psicotecnológicos potenciales: sistema pasó a connotar tanto al sistema informático (conjunto de elementos hardware, software y periféricos que interconectados conforman una computadora) como al sistema operativo (el conjunto de programas que sirven para manipularla). Por otra parte, el origen de la relación entre el software el hardware es la instalación: un programa (software) se instala para poder entrar en funcionamiento.
No es curioso que estas palabras desde hace mucho tiempo conformen un apreciable par: sistema tiene su etimología en sýstema, reunir, mientras que instalación parece provenir de stall, vivienda, establo o bien pedestal, esto es, sistema / instalación, reunir y acobijar. El 7 de abril del 2006 el artista gráfico Toby Gard vio como miles de fans se abalanzaban en Europa sobre su creación más reciente, uno de cuyos capítulos también se había inspirado en el imaginario precolombino peruano: Lara Croft Tomb Raider: Legend, publicado por Eidos Interactive estaba listo para ser instalado en el sistema operativo de infinidad de máquinas. Un consumo cultural por demás diverso para un imaginario que parece desbordarlo todo.
El arte moderno nunca discutió, ni siquiera con sus corrientes abstractas mas radicales, el reinado de lo orgánico que heredó de las tradiciones que lo antecedieron. Como dice el catedrático Mario Perniola, una tradición estética que ve en la obra de arte en general, pero especialmente en la pintura y escultura, una entidad caracterizada por una organización interna, similar a la de un ser viviente.
Sin embargo, está convencido que la irrupción de la instalación como formato provocó un buen terremoto en esta dirección.
“Con la instalación, la obra se desborda y adquiere una exterioridad radical y extrema. Este expandirse no se detiene en el local donde está contenida: como por norma tiene un carácter temporario y está estrechamente conectada con una ocasión específica, las fotografías y, de manera eventual, los videos que la registran, son parte integrante de ella. (...) Un evento cuyos protagonistas son entidades desbordantes y eyaculantes, conglomerados de informaciones y de mensajes que nos invaden y nos sumergen. Las instalaciones no deben considerarse como el objeto de la valoración de un visitante; la relación con este último da un giro completo con respecto a la tradicional visita a los museos y a las galerías. Es la instalación la que siente al visitante, lo acoge, lo toca, lo palpa, se extiende hacia él, lo hace entrar en sí misma, lo penetra, lo posee, lo inunda. Ya no se va a las muestras para ver y gozar del arte, sino para ser vistos y gozados por el arte. El voyeurismo pertenece a la sexualidad orgánica, formalista y natural; en el mundo inorgánico son las cosas sintientes las que nos ven y nos desean; nosotros no podemos hacer más que ofrecernos a su líbido suspendida y considerar que la mayor molestia no es seguramente su interés, sino su desdén.” Mario Perniola, Instalaciones desbordantes.
Todavía pensamos que el software es inorgánico ¿o no? ¿o por alguna razón psicotecnológica se vuelve orgánico?
¿Y una instalación vegetal de Valeria Maculán como la de la foto? ¿En ésta lo orgánico transmuta en inorgánico? ¿Será así?
jueves, 29 de marzo de 2007
Desborde semántico e inorganicidad: los quipus de Lara Croft
Publicado por rafael cippolini en 9:32:00 p. m.
Etiquetas: exploraciones, históricas, inconsciente informático