jueves, 15 de febrero de 2007

Yoko + Geri: Modelos de Jovialidad

Ahora resulta una obviedad, pero hace más de veinte años, cuando aún estaba en la secundaria, cada vez que se me ocurría afirmar que la mejor carrera solista de un beatle era por lejos la de Yoko, no había nadie que no creyera que insistía con una boutade. Por supuesto, ya era un fan declarado: no sólo tenía todos sus discos oficiales sino que profesaba el culto de los adoradores de ese maravilloso manual de instrucciones titulado Grapefruit (Pomelo), que Ediciones de La Flor editó hace añazos y aún se consigue si buscamos un poco. Lo cierto es que Yoko vuelve a ser noticia: la semana que viene se edita en todo el planeta Yes, I'm a Witch, en el que reversiona viejos temas con la colaboración de Flaming Lips, Polyphonic Spree, Peaches, Porcupine Tree, Jason Pierce de Spiritualized y Cat Power, entre otros. Por supuesto, nunca estuve solo: me alcanza con recordar un temazo como Ono Soul, de Thurston Moore de Sonic Youth. Se suele citar mucho su relación con el free jazz, con intervenciones conceptuales o su tarea con Fluxus: la sigo prefiriendo como compositora e interprete. En todas sus incursiones sonoras, sean canciones o ululantes aullidos, encontramos el mismo calculado desorden, tan japonés como un jardín zen barrido por un huracán, sin jamás perder una jovialidad que a muchos puede resultarles ríspida. Un tipo de jovialidad que, en otra dirección (seguramente opuesta) advierto en artistas como Geraldine de San Bruno, que especularmente explora una extroversión intimista donde el orden está siempre apenas sacudido por un sentimiento lúdico. Una alambicada filiación que intercepta dos disímiles y a la vez intensas alacridades.