martes, 12 de enero de 2010

Linkadelik

Borradores sobre conectología

La palabra ¿mágica? es conectar.
Un anglicismo (to connect, que a su vez nos llega del latín, connectere). En su acepción actual, como muy remota se remonta a cinco siglos. No se trata simplemente de “poner en relación” sino producir circuito.

Lo que transforma nuestra cultura es el modo en que entendemos lo que llamamos conexión, esto es, su protocolo. ¿De qué modo estás conectado?
Es algo básico: entramos o no entramos en corriente.
Y estar en circuito es poder viajar. Lejos. Demasiado lejos.
Como sabemos, la diferencia entre el turista y el viajero es que este último nunca sabe si regresará.

Hace cuatro años, la revista Time anunciaba: el personaje del año eres tú. Las redes sociales (sobre todo Facebook) encontraron en esta declaración un estado del mundo. Las tecnologías 2.0 te ponían por fin en el mapa.
Es el estado de la cuestión que menos me interesa.

Si Tim Berners-Lee revolucionó nuestros modos conectivos lo más atractivo es que podemos perdernos, como nunca. Hace tiempo que no hago más que investigar, detenerme a observar cómo se conectan las cosas. La web 2.0 no es más que una multiplicación de las posibilidades conectivas: observemos las menos obvias.

Contagiosa paranoia, mi libro de 2007, no fue más que arqueologizar tantos modos unplugged de esas conexiones que para muchos resultaron extrañas, sorpresivas. No fue difícil encontrarlas: están delante de nuestras narices.
Una vez que estamos conectados, el universo se agiganta y contrae simultáneamente. Cada vez más glocal, para volver al neologismo de Virilio.
De un link a otro link a otro link a otro link a otro link.

La fuga también es un avance, aunque en otra dirección.

Últimamente juego a proporcionarle un horizonte epistemológico a un nuevo saber, el estudio de los modos conectivos. La tecnología de la que disponemos no hace mas que poner en evidencia, subrayar las instancias de generación de circuito.
Soy ensayista, no tengo más que escudriñar el punto de partida ¿acaso los textos de Montaigne no resultan un fabuloso catálogo de impensadas conexiones?

Cada cultura pone en escena conexiones que sorprenderían a sus vecinos, sucesores y antepasados. La web no las vulgariza, al contrario. Es tanta la vegetación que las plantas se disuelven rápidamente en el caos de formas.

Cuando la conexión se presenta como inesperada, muchos sospechan que nos estamos perdiendo el objeto. Por el contrario, no hacemos más que transformarlo.
Es lo que Frans Johansson denomina “El efecto Medici”.

“Cuando nos adentramos en una intersección de campos, disciplinas o culturas, podemos combinar los conceptos existentes y formar un gran número de ideas nuevas y extraordinarias. El nombre que he dado a este fenómeno, el efecto Medici, procede de la explosión notable de creatividad que se produjo en la Italia del siglo XV.

Los Medici eran una familia de banqueros de Florencia que financiaron a los creadores de una amplia gama de disciplinas. Gracias a esta familia, y a otras como ella, escultores, científicos, poetas, filósofos, financiaron, pintores y arquitectos convergieron en la ciudad de Florencia.

Allí se conocieron, aprendieron juntos unos de otros y eliminaron las barreras entre disciplinas y culturas.”
Florencia no fue más que una forma de poner en circuito.

¿Qué tan lejos podés llegar en tu cruce?
¿Cómo se delinea tu política de intersecciones?
Roger Caillois y sus Ciencias Diagonales no son más que parientes cercanos.

No estoy refiriéndome a híbridos, a mixturas provocadas o propiciadas (ningún Doctor Moreau, ni siquiera el Animalario Universal del Profesor Revillod). Tampoco al efecto Madonna que Daniel Molina señaló en las páginas de ADN hace unas semanas. No se trata de concentración en un punto, sino de los flujos que lo atraviesan a toda velocidad, ininterrumpidamente.
No se trata de una práctica universal, sino de la conexión de decenas de prácticas con el mundo como materia.

El saber que me propongo se funda en una interrogación seminal ¿por qué nos resultan sorprendentes ciertas conexiones? ¿Por qué, invariablemente, se producen innumerables conexiones que nos resultaría imposible prever?

Conectarse siempre. "No quedan dudas de que Internet modificó la conducta y los hábitos globales. Una de las tendencias para este año que comienza indica que la gente elige estar siempre conectada. Lo que en muchos casos constituye un estilo de vida. Un estudio llevado a cabo por la Home & Networks Mobility de Motorola sostiene que siete de cada diez estadounidenses manifiestan que "es importante estar disponible a toda hora," y casi ocho de cada diez sienten la necesidad de mantener un contacto virtual con sus familiares, amigos y colegas. Estas cifras se dan, incluso, en las personas mayores de edad."