viernes, 14 de agosto de 2009

Pornografía 3.0

¿Hasta qué punto la retórica del porno depende de su soporte?
Quiero decir ¿el soporte puede ser invariablemente neutro o existe ese punto –y de hecho, cuál punto- en el que comienza a ser percibido pornográficamente?

¿La pornografía puede proveer de metáforas “más allá del porno” a la web?

Y si fuera así ¿de qué modo el activismo político-cultural puede transformarse en una práctica web experimental y provocativa? ¿De qué forma una biología de combate, absolutamente reideologizada puede redireccionar lo que entendemos por porno?

(Salvedad: ¿existe alguna definición biológica que no sea ideológica? Releamos a Anne Fausto-Sterling).
Una vez más, el post-porno va por el quantum, es decir, actúa sobre el soporte y sus consecuencias.



Ayer mismo la agencia EFE anunciaba que, según un informe elaborado por Symantec, luego de la página de Youtube (primer puesto), la de Google (segundo puesto) y la de Facebook (tercero puesto), por delante y detrás del portal de MySpace (quinto puesto) las dos palabras más tipeadas por menores de edad en la red son sex y porn. Datos que fueron obtenidos luego de estudiar más de tres millones y medio de búsquedas (entre febrero de 2008 y julio pasado) del programa de seguridad Online Family Norton, en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda, India y Sudáfrica.

Webs que alojan y ponen a disposición videos de todo tipo, buscadores, redes sociales y… pornografía. Así se conforma la masividad en internet.

La pornografía, consumo hipermasivo si los hay, sigue presentándose como materia peligrosa. Sus ritos lo son. Las reflexiones y acercamientos a los que invita también. Si una tradición de masa crítica fue modelando e infiltrándose en su transcurso, esa tradición vuelve a ser atacada (un libro reciente, como La Ceremonia del Porno va en esta dirección).

Pornófilos y pornófobos vuelven a ser reconsiderados, en una época en la que la pornografía parece, más que nunca, materia de prosumidores (volveremos sobre esto).

Hace un año y medio atrás, la infatigable Beatriz Preciado, célebre autora del Manifiesto Contra-sexual y Testo Yonqui, discípula de Derrida y Agnès Heller, en un artículo muy citado en la blogósfera titulado Farmacopornografía, concluía:

“La industria pornográfica es hoy el gran motor impulsor de la economía informática: existen más de un millón y medio de webs adultas accesibles desde cualquier punto del planeta. De los 16.000 millones de dólares anuales de beneficios de la industria del sexo, una buena parte proviene de los portales porno de Internet. Cada día, 350 nuevos portales porno abren sus puertas virtuales a un número exponencialmente creciente de usuarios.

Si es cierto que los portales porno siguen estando en su mayoría bajo el dominio de multinacionales (Playboy, Hotvideo, Dorcel, Hustler, etcétera), el mercado emergente del porno en Internet surge de los portales amateurs.”

Economía y conexiones proliferantes. Webcams y más y más videojuegos porno. Porno en ascii y pornostars en twitter, de Virginie Despentes como bestseller ¿Cómo visualizar mejor la tremenda avalancha de prosumidores del porno? Hace tanto tiempo atrás Baudrillard se preguntaba: “Si la pornografía significara el fin de lo sexual como tal, a partir del momento en que lo sexual, bajo la forma de lo obsceno, lo ha invadido todo?”
¿Lo obsceno bajo la forma del deseo?

El feminismo punk sabe que el deseo puede ser entendido como un formateo más. Que el porno puede pensarse como una audiencia gigantesca (la más extendida que conozcamos).

Nada recuerda más al histórico “hazlo tu mismo” del punk hora cero.

“Como mujeres nuestro papel en la pornografía ha estado siempre delante de cámara. Pero ahora queremos estar detrás. Y delante también. Queremos hacer porno. Y no sólo eso: queremos subvertir la imagen de nuestra sexualidad que ha sido construida por la industria pornográfica. Queremos crear material pornográfico que subvierta el machismo presente en el género. Explorar nuestros deseos. Las sexualidades se multiplican, la teoría queer entra en nuestras camas. Como mujeres nuestro deseo ha sido excluido, nuestra sexualidad vulgarizada.” (GWLP: Girls wholikeporno).

De la teoría a la acción. Del claustro a la red.
Del público especializado a cualquiera que haga click tras las dos temáticas más buscadas (las del cuarto y sexto puesto).

El pornoactivismo ya no avanza sólo en la perversión de los contenidos (pervertir al porno) sino a apoderarse del soporte. El pornoactivismo es activismo de prosumidores: la era de la pornosofía señala un horizonte.

Preciado, nuevamente: “La industria del sexo no es únicamente el mercado más rentable de Internet, sino que es el modelo de rentabilidad máxima del mercado cibernético en su conjunto (sólo comparable a la especulación financiera): inversión mínima, venta directa del producto en tiempo real, de forma única, produciendo la satisfacción inmediata del consumidor en y a través de la visita al portal.

Cualquier otro portal de Internet se modela y se organiza de acuerdo con esta lógica masturbatoria de consumo pornográfico. Si los analistas comerciales que dirigen Google o Ebay siguen con atención las fluctuaciones del mercado ciberporno, es porque saben que la industria de la pornografía provee un modelo económico de la evolución del mercado cibernético en su conjunto.”

Para cerrar este posteo. Escribí antes Pornosofía. Vemos que dice Franco Volpi: "Aunque el fenómeno sea tan viejo como el mundo, sobre la pornografía aún no se ha reflexionado lo suficiente.Los antiguos contaban que la había inventado el pintor Parrasio, contemporáneo de Sócrates: enamorado de la prostituta Teodota, la pintó desnuda ganándose el apelativo de primer pornógrafo, es decir, literalmente, «pintor de prostituta». Entre los más famosos aficionados a la pornografía pasó a la historia el emperador Tiberio: en su casa, refiere Suetonio, había hecho colocar pinturas lascivas de Parrasio para reavivar su «lujuria deficiente».
En realidad, según algunos historiadores que inspiran su investigación sobre la sensualidad en Michel Foucault, la pornografía es una invención típicamente moderna. Se trata de un hecho social que aparece en la civilización occidental hacia finales del siglo XVIII y que, como tal, no tiene equivalente en el mundo antiguo."

La puerta está más abierta que nunca.
La historia de la pornografía y sus alcances es hoy, más que nunca, un sobrextendido palimpsesto.