¿Cuál es el poder de la información si esta no se socializa? Hay quienes entienden la información como un abracadabra: “sólo 3 personas en el mundo tienen la fórmula de Coca-Cola”. Restricción y exclusividad. Quienes piensan así no tienen blogs, por ejemplo, porque la blogósfera nos define como información sociabilizada. Gasto (presuntamente) improductivo.
Y lo cierto es que la información gratuita jamás pierde su poder, sino que éste actúa de otro modo.
Ahora bien ¿qué información y qué sociabilidad? De la circulación de las artes contemporáneas aprendimos esto: no nos interesa ser entendidos por todos, convertirnos en ejemplos de consumo masivo, sino por el contrario poseer la disponibilidad para obtener mejores links. Preferimos los pequeños tráficos abiertos, no los salvajemente reificados. Los blogs que leemos no tienen millones de lectores, pero por ellos circula información que nos atrae y que luego tuneamos y redistribuimos.
Ahora bien: sociabilidad y disponibilidad no implican pérdida de intimidad. Todo lo contrario.
Digámoslo de este modo: la mejor blogósfera presenta los mismos síntomas que las mejores obras de arte contemporáneo: se trata de intimidad expandida. De información subjetivizada, tan justo donde la subjetividad implica ganancia.
Las plataformas cambian (en pocos años quizá ya no existan ni Blogger ni Wordpress, o tendremos otras tantas opciones) pero eso no tiene tanta importancia. Es la actitud del punk y del arte contemporáneo: no importa tanto los elementos-instrumentos que uses, sino qué hagas con ellos. Pronto se cumplirá un siglo desde que aprendimos que una simple pala adquirida en una ferretería puede ser mucho más potente artísticamente que una centena de carísimos bastidores y galpones repletos de materiales nobles.
Si bien cada plataforma tiene su poética (la de Blogger no tiene nada que ver con la de Fotolog o Facebook) la intimidad que generan (linkean y expanden) siempre las excede. Sólo unos pocos recuerdan la marca y el modelo de la guitarra con la cuan Pete Towshend grabó “My Generation”. ¿Cuántos realmente conocen el modelo de micrófono que utiliza Thom Yorke? ¿Qué cuerdas eran las favoritas de Kurt Cobain?
En el diario La Nación de ayer encontramos nuevamente el alerta sobre Koobface, el virus que afecta a Facebook. ¿Pero qué es lo que afecta? La comunicación se dirime en las políticas de la red, no en una sola plataforma.
La información nos atraviesa, físicamente. Pasa por nosotros, nos recorre. En la década del ’70, más precisamente en 1976, Egberto Gismonti publicó Dança das cabeças, que estética e ideológicamente representaba lo por completo diverso a discos de Kraftwerk de 1975/77 como Radio-Activity o Trans-Europe Express. En el primero la cabeza se liberaba del cuerpo, la música era “cosa mentale”. En los últimos, ya no se trataba de tecnología para realizar música sino de la música de la tecnología, la tecnología transformada en música.
Flasheé hace un tiempo atrás con este video de Daito Manabe (por favor, hagan click acá) que conocí gracias a un posteo de Frontera Incierta. La música como reconfiguración facial. ¿No es una metáfora perfecta de los usos de la información?
La web 2.0 absorbió muchísimo del low fi y de las prácticas artísticas: la mejor tecnología es tecnología de autor dentro de un contexto tribal. En sus años de gloria, los Clash solían decir: “cuantas más bandas existan, habrá menos televisores prendidos”. Para que hubiera tantos grupos, los instrumentos no debían ser inaccesibles.
Muchos sitios de internet son como la televisión: sus contenidos no difieren muchos de los de los medios tradicionales. Se trata de subjetividades encráticas, que replican el decir de las corporaciones.
Lo cierto es que el medio también es la lengua-base que hablamos, pero ¿qué hacemos con ella? ¿Simplemente la reproducimos o la barbarizamos, subjetivizándola en sus extremos?
Mercedes Bunz: “La violencia de la política de una visibilidad no comienza con el medio. No comienza en la red. Comienza en la figura del sujeto, en el momento de su invocación, el momento en que la huella se manifiesta.
La violencia de una política de visibilidad está, entonces, instalada en la figura del sujeto y no en el medio. El discurso produce la figura del sujeto en el medio y ésta se manifiesta en la huella. El sujeto es reclutado por medio de la civilización de la tecnología. Y la forma del sujeto no preexiste al medio, sino que es programada dentro de él”. De eso se trata: el sujeto formado en el interior del medio, pero distinto de él.
En Buenos Aires, cuando era adolescente, en el Parque Rivadavia intercambiabas revistas, vinilos y cassettes con pares. Ese fue el ADN de nuestra cultura y educación pop. En los 90 ya conseguías (en el mismo sitio) toda clase de software (principalmente pirata) y en ésta década catálogos íntegros de películas en DVD.
De momento, este canal se encuentra obturado: lamentablemente, no todo el mundo en el que vivimos es open source.
Pero nosotros sí. Somos sujetos open source que generamos intimidad expandida.
domingo, 7 de diciembre de 2008
La intimidad de la información (como intimidad expandida)
Publicado por rafael cippolini en 6:17:00 a. m.
Etiquetas: anfibiología, asobi, comunidades virtuales, cultura rock, inconsciente informático, intimidad informática, Paisaje e Ideología, Punkitectura, redireccionamientos, Software tribal, sujeto pop