domingo, 9 de noviembre de 2008

¿Salimos muy monos?

Animal de software (v.2.)

Para los apocalípticos cool, Wikipedia es la perfecta ilustración del teorema de los infinitos monos.

Hace muy poco, en Buenos Aires, Jimbo Wales, el creador del proyecto enciclopédico más consultado en la red, volvió a insistir con su visión de perspectiva para la web: “la tendencia dominante en Internet son los contenidos creados por los usuarios”.

Sí, sí, muy bien, pero ¿qué usuarios? Y por sobre todo ¿de qué modo? ¿con qué protocolos? ¿bajo qué formas? El matemático francés Émile Borel tenía más o menos mi edad cuando publicó Mécanique Statistique et Irréversibilité, en 1913. Si hoy ese libro resulta una y otra vez citado, es porque ahí Borel escribió “que si un millón de monos mecanografiaban diez horas al día sería extremadamente improbable que pudiesen producir algo que fuese igual a lo contenido en los libros de las bibliotecas más ricas del mundo y aún así, en comparación, sería aún más inverosímil que las leyes de estadística fuesen violadas”.

Tras algunas variaciones posteriores, este enunciado, que pasaría a la posteridad como El teorema de los infinitos monos, desajustaría un poco más su sentido hasta afirmar “que un mono pulsando teclas al azar sobre un teclado casi seguramente podrá escribir finalmente cualquier libro que se halle en la Biblioteca Nacional Francesa. En una nueva exposición del mismo teorema, más popular entre los angloparlantes, los monos podrían escribir las obras de William Shakespeare.” Como habrán notado, en ambas citas no hice otra cosa que tomar en préstamo contenidos de Wikipedia.

Veamos esto. No mucho antes de la visita de Jimbo Wales, mientras preparábamos un ensayo que todavía no terminé para el nuevo número de la revista Tokonoma, Anla Courtis me narraba con minucia sus impresiones sobre la escena japanoise, después de haber compartido escenario en la isla con grupos y solistas como Kawabata Makoto, Matsunaga, Rokugenkin, Yoshimi o el dúo Incapacitants.

Sobre éstos últimos, subrayaba que todo nacía de su gestualidad, de sus movimientos espásticos. Una práctica cuya esencia son los movimientos corporales. Para el accionismo japanoise el sonido es siempre consecuencia de la gestualidad física, entendida como una fuerza propia, autosuficiente.

Para muchos esto está bastante lejos de ser simple de entender. Luego de que Jackson Pollock se convirtiera en un clásico moderno, no faltaron los apocalípticos cool que dieran pinceles y óleos a chimpancés con el supuesto fin de demostrar que un simio podía hacerlo incluso mejor.

El mismo Marshall McLuhan escribió alguna vez que las poéticas del siglo XX no hubieran sido las mismas sin el arrullo industrial del tipeo de las máquinas de escribir. Casi al mismo tiempo Truman Capote, molesto por la supuesta velocidad de escritura de Jack Kerouac, se quejaba de que éste no fuera un escritor, sino un mero tipeador.

Pues bien: démosle aún más razón a Darwin. Un mono es otra versión de nosotros mismos. No importan tanto las estadísticas de la Web 2.0 sobre la cantidad de blogs que se abren diariamente, sino las tribus que se siguen diseminando a un ritmo vertiginoso. El mundo se está llenado de monos. Parecería que no sólo tenía razón Pierre Boulle (autor de la novela en la que se inspiró la película El planeta de los simios), sino también Will Self cuando hace once años publicó Great Apes.

Los apocalípticos cool no dejan de recibir disgustos. Incluso aquellos tecnófilos que en su momento se jactaron (y aún siguen ufanándose) de haber utilizado antes que nadie la “plataforma blog” (ahora ¿eso es gesto o contenido?) hace rato comenzaron a denostarla. El nuevo aluvión zoológico comenzaba a invadirlo todo. Para ellos, si llegan los monos, concluyó la vanguardia. Por supuesto: la tecnofilia está repleta de apocalípticos cool.

Ahora bien, atención. El mono no es la masa. No. Sino aquel que tiene otro código. El portador de otro tipo de barbarie, más animal. (A propósito: si viven o están en Buenos Aires no se pierdan la muestra de Verónica Gómez en Appetite. “Aunque me lavase con agua de nieve me hundirías en el lodo.”)

Ahora bien (de nuevo) ¿de qué clase de monos se trata? ¿Deberíamos inaugurar nuevas pautas zoológicas para clasificar sus acciones? Monos anfibios quizá, una especie curiosa que ecualiza de manera inédita gestualidad, virtualidad y linkeos sorpresivos (¿una confirmación estadística sorprendente?). También monos zen, monos ergonómicos que evolucionaron y tanto desde sus primeros viajes espaciales. Monos arduinos en los que los apocalípticos cool sólo verán atávicos simios que observan perplejos lo que no comprenden, como aquellos de la obertura de 2001 Odisea del Espacio. Insisto ¿son los mismos monos?

Weles: "¿Porque ser abierto? Permitanme responderles con una analogía. Si alguien les pide que diseñen un restaurant no piensa que todos los clientes deben estar en una jaula porque en un restaurante hay cuchillos para cortar carne pero se pueden usar para acuchillar gente. Este pensamiento genera una idea de mala sociedad. y esto es EXACTAMENTE el pensamiento racional contrario al que tenemos en Wikipedia por eso le damos las herramientas a la gente para poder editar o crear en Wikipedia."

Y por esto debe ser todo abierto, pero si alguien genera problemas lo abordamos por separado y esa es nuestra “idea filosófica”.

WANG TA-HAI (1791): "Este animal abunda en las regiones del norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo: está dotado de un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada.

Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta. Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo."

Addenda. ¿Qué fue lo que sucedió con ésto? "El "Infinite Monkey Project" ("Proyecto Mono Infinito") propone una técnica similar a la de "Cadáver exquisito", un juego grupal muy utilizado en los talleres literarios, en el que cada persona aporta palabras que son sucesivamente ensambladas para formar una composición. (...) Todas las canciones creadas serán recopiladas en un CD, y aquellas personas cuyas palabras aparezcan en las letras de los temas compuestos, recibirán una copia gratis del álbum y cobrarán dinero por los derechos de autor. (...) En Europa, una iniciativa llamada "Infinite Monkey Project" busca crear canciones a partir de mensajes de texto. La idea pertenece a la empresa de software para teléfonos móviles Tegic, quienes desde su página web, invitan a los usuarios de celulares a mandar palabras que, luego de una selección, conformarán el tema musical. El proyecto ya funciona en Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y España."