sábado, 29 de noviembre de 2008

Querido: nuestro hijo tiene sus sentidos muy desarreglados

Percepción y trip en los primeros años del siglo XXI (v.1)

¿Qué giro experimentaron nuestros sentidos en más de tres lustros de cyberespacio? ¿Los nativos digitales perciben su entorno del mismo modo que sus abuelos? ¿Qué tan radicales son sus efectos? ¿Qué tan inéditos? ¿Se trata de una adaptación diferente –otro modo de sobrevivir- o por el contrario de una colonización (sí, sí: una nueva alienación)?

Como sea, el espacio ya no se comporta del mismo modo. De acuerdo: no sólo el espacio. Volvamos a la cita del posteo anterior: las culturas anfibias actúan con toda su potencia sobre los ejes de la tríada: el Otro, el Cuerpo y el Tiempo. ¿Prestaron atención a las noticias de tapa del diario La Nación de hoy? Dice así: “Fallo sin precedente en EEUU. Pena por falsear la identidad por Internet. Engañó en la red social MySpace a una joven que luego se suicidó”. Sigan leyendo. ¿De qué modo actúa Internet? ¿Qué tipo de credibilidad produce? ¿Con qué herramientas persuade?

¿Internet nos vuelve más paranoicos? ¿Qué circule tanta información, que tenga tanta disponibilidad te hace sentir más vulnerable? ¿O al revés, te da la sensación de más protección? ¿O ambas sensaciones simultáneamente? ¿De qué forma metabolizamos todo esto? Ya sabemos: a distintas percepciones, distinta construcción de sentido. Sigamos con las noticias de tapa: el sangriento atentado al hotel Taj Mahal (160 muertos) en la patria de los zippies y la enorme crisis en el mercado energético ¿estamos más cerca de una novela de J. G. Ballard o de William Gibson?

¿Cómo delimitamos hoy la frontera entre nuestros imaginarios y las noticias del mundo? ¿No nos persigue la sensación –una vez más- de que éstas últimas están demasiado contagiadas de ficción especulativa?

¿Dónde situamos entonces a la práctica artística? ¿Hacia dónde se desplaza la antropología?

Regresemos nuevamente al origen más tradicional de la cultura web. Timothy Leary señalando que la revolución de la red es consecuencia directa del movimiento lisérgico de los ’60. Sin ir más lejos, el mismo Steve Jobs lo afirma no tan lateralmente en el extenso reportaje de de Esquire. ¿Qué hacemos en la web sino navegar, esto es, reinventar las metáforas de viaje?



Pero ¿cuál viaje? ¿El desarreglo de los sentidos que tuvo como pionero moderno al siempre luminoso Rimbaud? ¿Las mescalínicas puertas de la percepción en las que Aldous Huxley redescubrió las visiones de William Blake?

Propongo otras dos citas. La primera es del sociólogo brasileño Renato Ortiz:

“(…) Creo que una de las transformaciones profundas de las sociedades contemporáneas se relaciona con la noción de espacio. Tradicionalmente, éste se circunscribía a fronteras bien establecidas: la tribu, la ciudad-Estado, el imperio, la nación. Existía una íntima correlación entre el espacio en tanto categoría simbólica y social, y el sustrato físico que le otorgaba materialidad. El proceso de desterritorialización, y su movimiento complementario de reterritorialización, nos abre la posibilidad de pensar especialidades desencajadas de su territorio físico. Tendencia que incide directamente en los modos de sociabilidad y de expresión cultural.

Un ejemplo: el viaje. Creemos que es siempre un recorrido entre lugares discontinuos, y por eso decidimos “viajar al exterior”. En un principio estaríamos saliendo a un “interior”, de un espacio familiar, para dirigirnos a otro sitio, extraño, diferente de aquel que partimos. Esta manera de comprender las cosas se transforma con el proceso de mundialización. Ahora las distancias se acortan y muchas de las fronteras existentes se borran. En rigor, deberíamos decir: no hay un viaje hacia el “exterior”, sino una dislocación en las espacialidades de la modernidad-mundo”.

¿Cuántos presentes co-existen? El paso de la experimentación psicodélica a la conquista del cyberespacio es el trayecto de un presente lisérgico a un presente digital: dos formas de interrogar los modos de percibir esto que denominamos “nuestra contemporaneidad”. Viajar es reconocer las distancias entre éstos presentes. Es desplegar esas cartografías heterotopológicas (y foucaultianas) que Fabiana de Artilunio mencionaba en su comentario al posteo anterior. En la era GPS ¿el espacio sigue siendo el mismo?

La segunda cita es de William Burroughs. Dice así:

“(…) La importancia literaria del movimiento beatnik no es tan terminante como su importancia sociológica, que ciertamente cambió el mundo y lo pobló de beatniks. Derribó toda clase de fronteras sociales y se transformó en un fenómeno social de terrible importancia. Los beatniks van a un sitio como África del Norte y toman contacto con los árabes a un nivel que me parece a mi mucho más básico que el de los antiguos colonos árabeparlantes. (…) Toman contacto con ellos a través de las drogas –el kif, por ejemplo-. ¿Cómo se puede tomar contacto con la gente? Después de todo se conecta con ellos a ciertos niveles básicos: el sexo, las costumbres, las drogas.

Pero más allá de esto los beatniks están coordinados por la música pop, por la manera de vestir, por la manera de vivir. No adoptan un tipo de vista folklórico. Se hacen cargo de que la manera de pensar de los árabes no es básicamente distinta de la suya propia y toman contacto directo. Los viejos colonos crearon un foso por el simple convencimiento de que existía”.

¿La anfibiedad reformula nuestros folklores? ¿Nos contactamos de la misma forma con los demás? ¿Nos hemos vuelto post-beatniks? (Obligatorio leer “Los extranjeros definitivos” y “Los oficios del cálculo” de Luis Chitarroni en el exquisito Mil tazas de té). ¿Un encuentro en Second Life o en un chat es sólo otra ficción o nos está conectando de otro modo? ¿Estamos reprogramando esa “conexión desde niveles básicos” a los que se refería Burroughs? ¿Realmente ya no salimos hacia “el exterior” como subrayó Ortiz? O mejor ¿de cuántas formas (teorizaciones obre lo glocal mediante) el exterior sigue siendo “un exterior”? Buena parte de nuestra percepción está hace rato mediada por software.

¿Un trip entonces se produce con una simple (o no tan simple) alteración del software?