domingo, 20 de julio de 2008

¿Tu cabeza funciona como un blog o al revés?

Sí, sí. Una especie de orgía perpetua, pero ¿qué rol juega cada uno en esa confusión generalizada? Los diarios siguen trazando sus estrategias frente a los blogs mientras se pueblan de ellos, los escudriñan y se van mimetizando con el formato triunfante. Mientras tanto, nadie explica con claridad que es un post. ¿Sólo una unidad mínima de secuenciación en la blogósfera? ¿Un nuevo género de escritura? ¿Es, como su nombre lo indica, lo que viene después? ¿Después de qué?

Dedicaré algunos breves párrafos a merodear algunas poéticas y políticas del bloguear.

El arco se cierra rápido: de éste lado, la reproducción viral de contenidos, el copy-paste como collage de glosas críticas o meramente al modo de pura metástasis de barbarie mediática; de éste otro lado, el cada vez más perfeccionado ombliguismo (un mundo demasiado breve). En ambos casos, los imaginarios del presente (en todos sus futuros y pretéritos) se distribuyen en los tan mentados posts al modo de una enciclopedia monstruosa y tantas veces trash.

Pero ¿qué es un post? El historiador Roger Chartier opinaba hace un tiempo “demasiado texto que pocos leen”. Nuevas generaciones de nerds se apropian de la oferta tecnológica más incipiente, pero ¿realmente generan forma? ¿Un post es una veloz duna indiferenciada en los crecientes desiertos de la desinformación generalizada?

No lo creo. No sólo las columnas y pequeñas viñetas de los diarios anticiparon a los post como articulación formal, sino que hoy, tantas veces sin desearlo, estas mismas columnas se han transformado en posts impresos. Por ejemplo, las columnas que escriben Damián Tabarovsky y Quintín en la contratapa del suplemento cultural del diario Perfil ¿resultan tan diferentes a las que leemos en blogs colectivos como Nación Apache o La Lectora Provisoria?

Un post en tanto medida de contenido ¿es factible de definirse en cuanto a sus efectos de comunicación? La primera versión de éste posteo fue (como lo vemos reproducido en la primera imagen) un solo dibujo de mi admirado Frank Vega acompañado de un título disipador “¿Por qué?”. Frank es un dibujante e historietista fabuloso, con quien desde hace tiempo craneamos algunas historias. Este blog fue construyendo o proponiendo a lo largo de bastante tiempo una dinámica, la apuesta a un estilo de posteo. Escribí en otra oportunidad sobre el modo de avance de los posteos-ensayos, que tan cercanos siento a la mecánica de un guión como Casablanca. Sin embargo, esta vez se trataba sólo de una imagen y ninguna referencia clara. No por otra razón, Fabiana del blog Artilunio publicó un generoso primer comentario.

Es curioso ver qué sucede cuando muta esa dinámica de formas articuladas desde un posteo y que definen en perfil del blog.

Cada blogger es, en todos los casos, un constructor de formas vehiculizadas en esa unidad de posteo. Cece, del blog Pólvora en Chimangos realizó una minuciosa y a la vez desopilante clasificación de estilos de bloguear que de inmediato me recordó a las clasificaciones de las que Borges se ocupó en ese texto tan festejado titulado “El lenguaje analítico de John Wilkins”.

¿Un posteo es simplemente una limitación tecnológica sublimada por una búsqueda de estilo? Podemos subir un video, música, una imagen cualquiera, una frase. O todo junto en la misma unidad. Javier Villa se preguntaba, irónico, hace poco “¿podemos vivir sin contenidos?”.

¿Lo que define a un blogger es algo siempre externo a sí? Cuando se publicó el libro que recopilaba los posteos de Lola Copacabana muchos lectores se quejaron de la falta de imágenes del mismo: éstas no habían llegado al papel. En un sentido complementario e inverso, la edición estadounidense de la revista Playboy acaba de realizar una votación a fin de desnudar en las páginas de un próximo número a la blogger más sexy.

Malcom McLaren comentó más de una vez, en su reciente visita a Buenos Aires, que una de las claves del éxito de los Sex Pistols fue que se odiaban profundamente entre sí, tanto como a la música que hacían. Y lo cierto es que más de treinta años después siguen juntos girando por Las Vegas y la ex Unión Soviética. Lo sintomático es que síntomas parecidos pueden observarse en la blogósfera. Muchos tecnófobos tienen blogs (blogs que detestan la forma blog). Tanto se debatió sobre el amplio abanico de blogófobos locales (de Horacio González a José Pablo Feimann, de Marcelo Birmajer a Christian Ferrer Toro), pero pocos realizaron una más no sea breve taxonomía de sus argumentos. Espero abocarme al tema no dentro de mucho.

Anexo extemporáneo-posdata, acá.