miércoles, 18 de junio de 2008

Ese garaje en tu cabeza: arquetipos-bricolage de la muy extensa cultura punk y el low tech (remix # 2)

Ni el punk está en su sitio, ni el low tech es lo que fue. Uno y otro, sin embargo, son reelaborados y remixados una y otra vez por la teoría trash, que los reinstala sin descanso en las más dinámicas escenas. ¿Exitosos y problemáticos experimentos de mercado?

¿metamorfosis inacabables del “hazlo tu mismo” que sigue reensamblándose en la cultura y las políticas del más allá de la web 2.0? ¿Otras punkitecturas de la contemporaneidad?
Necesito revisar otra vez algunos puntos de convergencia, de cruce, esas redes espontáneas que interceptan heterogeneidades que en otras circunstancias veríamos como forzadas, incluso imposibles.

Hace muy poco Malcom McLaren pasó por Buenos Aires invitado por Chandon en ArteBA y le dijo a Fernando García:

“Creo que la cultura pop, aun hoy, dentro de lo que llamamos más ampliamente CULTURA sigue siendo poco importante para lo que el establishment decide que debe llamarse ARTE. De cualquier modo, a medida que pasan los años, va quedando más claro el tremendo impacto que la cultura pop tuvo sobre todo lo que nos rodea. Creo que el punk fue uno de los géneros más incisivos de esta cultura pop. No tendríamos a Damien Hirst sin el punk, ni tampoco a Richard Prince. El mismo Andy Warhol celebró la aparición del punk. La mayor influencia del punk no fue en el sonido sino en la idea visual de la música.

Eso es lo que las compañías grabadoras nunca entendieron. La idea visual de la música es tan importante como el sonido mismo. Recién ahora la gente puede mirar atrás y darse cuenta de lo importante que era que Elvis se tiñera el pelo de negro azabache. El look de los Sex Pistols determinó el impacto del punk tanto como su sonido. A ver: los Sex Pistols tardaron diez años en tener un disco de oro en Gran Bretaña...¡Vendimos la imagen, la idea visual de esa música!”.

La teoría trash no es más que una progresión y mixtura de consignas punk y low tech (a propósito ¿existe algo más punk que el low tech y viceversa?) que ahora utilizo para chequear instantes del pasado, nombres (más o menos) ocultos que nos permitan microscopiar las intersecciones más complejas de este mapa. Retomo entonces la conversación porteña del ex manager de New York Doll para detenerme en otra de sus experiencias neoyorquinas disparadas por su “hit de masas” Buffallo Galls: me refiero a Herbie Hancock recibiendo un Grammy por su maquínico hit Rock It (¿lo recuerdan?) y dedicándoselo a McLaren ¿y por qué no a Jim Whiting, roboticista británico a cargo de ese terrible video que podemos revivir gracias a Youtube con sólo clickear acá? ¿Una idea visual de la tecnología de la música?

Mark Dery reitera el nombre de Whiting (en el que no puedo sino adivinar a un mecanizado Hans Bellmer, sugiriendo así una tradición para nada espontánea) en una constelación de nombres que entrelaza al Robot K-456 de Naim June Paik (¡cuántos son los caminos que nos conducen a los imaginarios de este pionero!), así como a Mark Pauline y su Survival Research Laboratories, a la robótica ecologista de Chico MacMurtrie, al Robot Group de Craig Sainsott y David Santos y a Brett Goldstone (a quienes deberíamos sumar a David Buckley), a los que denomina sucesivamente insurrectos low-tech, fabricantes de desacuerdos, exploradores de la basura y demiurgos hojalateros. Precursores del cyberpunk, cada uno posee el relato biográfico de sus apuestas.

Todos y cada uno de ellos no son sino una superextensión de la tecnología de garaje, conformando un arquetipo que en los últimos sesenta largos años fue diversificándose en un afectuoso casting que incluye a muchos de nuestros héroes de la infancia, desde el Profesor Tornasol, compañero de Tintín, a Gyro Gearloose (personaje creado por Carl Barks para Disney, conocido también como Giro Sin Tornillos, Ungenio Tarconi y Ciro Peraloca), del Dr. Emmett Brown de la saga Back to The Future

al Profesor Pat Pending (o Profesor Locovich) de Los Autos Locos (Wacky Races en el original; pero ¿no son una variación del mismo personaje?), de los inventores productos de la imaginación del recordadísimo Dol (Resorte y el Profe y Saltapones, ambos de la revista Lúpin) a Dexter, el pequeño genio con su alucinado laboratorio.

Esta tecnología desagregada de galpón que rápidamente monitoreamos, base de todas las extensiones de la cultura arduina y el hardware libre, produce bricoleurs simultáneos de prototipos low tech y profiles extravagantes como los citados genios de ficción. Por desgracia, existen diversidad de genios de galpón cuyos hallazgos, grandes o mínimos, no tienen la misma suerte de archivo que las aventuras de estos genios imaginados. Por eso, Lev Manovich nos dice:


“(…) Los investigadores del mañana se preguntarán por qué los teóricos, con su gran experiencia en el análisis de las viejas formas culturales, no trataron de describir los códigos semióticos de los medios informáticos, sus modos de discurso y sus patrones de recepción por la audiencia. Si ya habían reconstruido concienzudamente el modo en que surgió el cine a partir de las formas culturales precedentes (el panorama, los juguetes ópticos, los peep shows), cabría preguntarse por qué no intentaron elaborar una genealogía similar de los medios informáticos justo en el momento en que llegaba a la existencia; esto es, cuando los elementos de las formas culturales previas que lo modelaban aún resultaban claramente visibles y reconocibles, antes de fundirse en un lenguaje coherente ¿Dónde estaban los teóricos en el momento en que los íconos y los botones de las interfases multimedia eran como la pintura fresca de un cuadro recién terminado, antes de que se convirtieran en convenciones universales que, como tales, nos llegarán a resultar casi invisibles?

Este que terminaste de leer, es el posteo número 100 del Cippodromo.