miércoles, 24 de enero de 2007

Como efectos mutantes de Borges

De la baja antropofagia al Fogón de los Arrieros. ¿No es la baja antropofagia una de nuestras peores pesadillas? Aristóteles ya nos advertía, hace siglos, que no existe peor corrupción que el cambio de signo de la belleza (de la sabiduría, del bien, sea lo que sea que entendamos por una y otro). Parafraseándolo rápidamente: no conocemos peor corrupción que la perversión de lo mejor que tenemos. El artículo de Suely Rolnik [Geopolítica del rufián] posee la virtud de ponernos en alerta a propósito de las siniestras perspectivas de la peor de las utilizaciones que puede realizarse con la estrategia antropófaga (¡para colmo ya prevista por el mismísimo Oswald de Andrade!). Y la advierto horrorosa en doble grado, porque nos señala y sugiere que esa cafishización (ese chuleo) también invade, degrada y deprava la más potente de las políticas culturales argentinas: nuestra piratería borgeana, nuestra perversamente provechosa utilización de los argumentos de El escritor argentino y la tradición. Borges nos señaló el camino de la desbordada piratería: nos habilitó (y exhibimos con orgullo nuestra patente de corsos) para saquear y reutilizar todas las tradiciones y culturas de la historia de la humanidad. Para desterritorializarnos y contagiarnos de todas las apariencias. ¡Zeligs del universo!: cualquier bien cultural es para nosotros una invitación a la reescritura, a la reapropiación lúdica, al más demoníaco de los lifting ¡Así abusamos del pensamiento borgiano! Y no existe ningún ejemplo más acabado de esta fórmula que El Fogón de los Arrieros, en la ciudad chaqueña de Resistencia. Paso a explicar mi hipótesis.

De la rabiosa yuxtaposición a la descarada apropiación. Me fui dando cuenta de lo apropiado del ejemplo mientras participaba de una clínica de obra en Mar del Plata, a fines de setiembre pasado: recordé la foto de Borges en el Fogón de los Arrieros, a principios de la década del cincuenta: exactamente cuando comenzaba a darle forma en su cabeza al modus operandi que desplegaría en su Escritor argentino y la tradición. Apropiarse de un bien cultural no es nada distinto a descontextualizar su origen, a proponerle otra necesidad, otro uso, a rescribirlo y reinscribirlo. ¿Y qué otra cosa nos demuestra esa maravillosa experiencia chaqueña? Miles de objetos recontextualizados: las increíbles y pequeñas esculturas de Juan de Dios Mena junto a los guantes de Nicolino Loche, alguna pieza de Lucio Fontana contaminándose de partituras de tango de vanguardia y valiosísimos manuscritos de imprescindibles poetas franceses. El Fogón de los Arrieros es una cueva de piratas culturales, un enorme y tan modernista recinto de botines que trazan el mejor mapa de heterogeneidades del Siglo XX: el exquisito orden anárquico de muchas de las mejores aventuras de los últimos sesenta u ochenta años. El trabajo de tejido de un colectivo (el mismo corte y confección que Justo Pastor Mellado reclama para ramona). Como quería Tricky, una potente práctica de yuxtaposición que opone una reconfortante diversidad al cada vez más preponderante manual de texanización del arte latinoamericano (el archivo Houston vs. el archivo Austin). Con Bush a la cabeza, hay muchos diagramas del mundo que proceden del Estado de Texas.

Coda: Una versión extensa de este texto fue publicada en ramona 68. Inminentes más variaciones sobre el tema.